Lo que hace que el trabajo valga la pena

La búsqueda de equilibrio entre la vida personal y el desarrollo profesional no es fácil, sobre todo cuando estamos pensando buscando la perfección.

Trabajo libre
Trabajo libre

“Lejos el mejor premio que ofrece la vida es tener la oportunidad de trabajar duro en algo que valga la pena” Theodore Roosevelt, 7 de Septiembre de 1903.

Trabajar es una actividad que no sólo sirve para acumular riquezas o sobrevivir (según sea el caso), sino también es una forma de enriquecer el alma, rejuvenecer a las personas y mantiene la autoestima. Esto lo podemos desprender del discurso realizado por Theodore Roosevelt hace más de cien años durante el día del trabajo, momento en que evidenció la importancia que tiene el desarrollo laboral en la vida de todos.

La conexión existente entre la necesidad obvia de trabajar que la mayoría de las personas comparte en el mundo y el fundamento existencial del mismo (desde la perspectiva del progreso y desarrollo personal), no es fácil de descubrir y por ello nos hemos propuesto identificar qué hace que el trabajo valga la pena.

Un primer acercamiento al tema nos obliga a señalar que, gracias a diversas investigaciones hechas sobre trabajadores con educación universitaria, existe una vinculación entre lo que se hace y la motivación que cada quien tiene para hacerlo. Lo anterior lo explicamos de la siguiente forma, nos sentimos bien con nuestro trabajo cuando nos damos cuenta que contribuimos en algo en lo que creemos y valoramos. Hay casos en los que, objetivamente, no hay duda de que lo que se hace es bueno (por ejemplo el médico que cura una enfermedad o salva a alguien de la muerte), pero ¿Basta con saber que lo que hacemos responde a una idea de bondad?

Existen casos en los que no es tan sencillo establecer una conexión entre lo que hacemos, queremos y debemos hacer según nuestras creencias, principios y valores, entonces ¿Qué hacemos? Para algunos la respuesta está en buscar lo que nos apasiona. Parece ser que cualquier cosa que realizamos, cuando la hacemos con pasión, resulta gratificante desde todo punto de vista. Puede que una de las experiencias más complejas que sirve de excelente ejemplo, es lo que ocurre con aquellos que se dedican al servicio de otros, como los camareros o amas de casa.

El servicio muchas veces es visto como un trabajo “poco grato”, pero hay quienes han eliminado ese prejuicio y se han propuesto servir con amor a desconocidos. Es realmente increíble el como un cambio de enfoque puede permitirnos descubrir una dimensión completamente nueva en lo que hacemos, donde la rutina de “hacer algo por ganar dinero” no agota las inmensas posibilidades de hacer lo que hacemos con amor y búsqueda de perfección cada día.

Es lamentable la manera en que muchas personas se pierden dentro de la rutina de lo que hacen, dejan de buscar la perfección y convierten poco a poco sus días laborales en una especie de “condena” de la que tienen descanso apenas dos días a la semana. La falta de productividad en un trabajador no se debe siempre a su falta de preparación, sino más bien al enfoque con el que hace las cosas, a una falta de propósito, a una carencia de pertenencia para con el equipo con el que trabaja, entre otras cosas.

En este sentido la recomendación va hacia los líderes que dirigen equipos de trabajo, quienes deberán proyectar una realidad inherente en los trabajadores que les permita sentirse parte de un todo, a la vez que entender el cómo lo que hacen o dejan de hacer afecta el objetivo del equipo completo.