Cambio climático, comercio y desarrollo

El vínculo existente entre el cambio climático y el desarrollo

Contaminacion y desarrollo

No cabe ninguna duda que la crisis económica actual nos ha situado en un momento de cambio histórico, cultural, económico y estructural. Definitivamente debemos hacernos cargo de una vez por todas del planeta, de la situación en la que nos encontramos por los efectos colaterales del mal uso que hemos dado a los elementos y lo mal que hemos repartido los recursos existentes.

El planeta en si mismo, se está encargando de imponernos un cambio estructural, nuevos modelos productivos, nuevas formas de establecer redes sociales, nuevos sistemas económicos y, nuevos ítems sobre los que evaluar los niveles de desarrollo de los países.

Hoy, a diferencia de los años previos a la crisis, el desarrollo se mide analizando variables económicas simples en su intrínseca relación con el cambio climático. Así, producción y competitividad arrojan un indicador de desarrollo cuanto más relacionado esté con el nuevo planteamiento sobre el cambio climático.

El vínculo existente entre el comercio y el cambio climático se refleja fehacientemente en el artículo tres del documento elaborado por Naciones Unidas al respecto; en dicho artículo se establecen las premisas básicas para que las medidas adoptadas por los países para combatir el calentamiento global no constituyan forma alguna de discriminación ni restricción al comercio internacional.

Tomando esta arista como punto de referencia, las medidas comerciales no son la forma más idónea de acometer el calentamiento global, si bien es un tema ciertamente preocupante ya que las políticas destinadas al cambio climático podrían, eventualmente, restringir el acceso de los países desarrollados a los bienes y servicios de los países en desarrollo y, hacer más grande la brecha competitiva entre ellos y el comercio global.

La propuesta actual, se basa en la apertura de mercados de los países en desarrollo a los servicios de los países desarrollados y, para ello, la suspensión de los hándicap existentes en términos de aranceles es fundamental.

En estricto rigor, el enfoque debe realizarse desde el establecimiento de instrumentos y herramientas políticas diseñadas para fomentar la capacidad de emprendimiento, innovación y adopción de nuevas tecnologías de los países en desarrollo. Para lo que sin ninguna duda, se requiere un apoyo en materia financiera.

Una de las premisas básicas para enfrentar el cambio climático, es la capacidad de innovación constante y sostenida a través del uso de las nuevas tecnologías relacionadas con el clima que, fomenten y permitan el acceso de los países en desarrollo a los medios tecnológicamente ecológicos como forma de aprendizaje previa a la implantación propia de tecnología relacionada.

El protocolo de Kyoto y la convención de Naciones Unidas, supuso la creación de un compromiso adoptado por países desarrollados en el que la transmisión de la información tecnológica, debía realizarse sin fines comerciales y como forma de apertura e integración global del planeta en pos de un objetivo común, si bien esta es una realidad que aún, no se ha alcanzado.

Es imprescindible, por lo tanto:

  • Llegar a una normalización que permita llevar a cabo instrumentos destinados a la optimización energética
  • Cambios de hábitos en la producción
  • Cambios en el consumo de energía y materiales

Los países en desarrollo siguen requiriendo la eliminación de obstáculos de naturaleza técnica que impiden el pleno despegue en materia de cambio climático. Para ello, la participación en los programas de formación internacional es absolutamente imprescindible.

Ya en los noventa las grandes industrias implantaron métodos de utilización de energía sobre la base de la reducción de emisiones de CO2 y eficiencia energética. No obstante y aunque, la fiscalidad y reglamentos ha tenido efectos sobre la competencia entre las empresas de los países desarrollados, en la mayor parte de los casos las subvenciones o exenciones fiscales permiten minimizar el impacto sobre la competencia provocado por leyes y medidas fiscales heterogéneas en términos de emisiones de CO2.

En Estados Unidos, por poner un ejemplo, la ley de energía autoriza al presidente a establecer un programa aplicable a los bienes importados provenientes de países que no adoptan las mismas medidas o contemplan los mismos compromisos en materia de reducción de CO2.

La legislación política actual obliga a que los importadores soliciten un permiso previo a la adquisición de bienes producidos en el extranjero y su importación a los Estados Unidos.

Esta medida, que aumenta los costes operacionales de otros países, reduciría la competitividad comercial entre países con políticas distintas en materia de reducción de gases contaminantes.

El acceso a los productos exportados de los países desarrollados es un componente fundamental en los planes de desarrollo de muchos países que están en vías de alcanzarlo.

Se hace imprescindible por lo tanto, la normalización y eliminación de leyes y reglamentos diferentes en función de los países y el establecimiento de consensos, compromisos y acuerdos comunes, que fomenten la competitividad y el desarrollo conjunto de todas los países.