La gestión de Bachelet
Por Jose Alonso - 3 Noviembre, 2009
Recientemente se han dado a conocer nuevos resultados de encuestas sobre el apoyo popular a la presidenta chilena Michelle Bachelet. Todas ellas confirman lo que ya eran rumores a gritos: un apoyo abrumador e incontestable hacia la jefa del Estado chileno, de más del 70%.La presidenta inició su mandato con una cifra de apoyo muy amplia, sin embargo parece ser que finalizará su gobierno con apoyos históricos que ningún otro presidente americano – ni siquiera Obama, que en sus mejores encuestas llegó a pasar por poco el 60% - ha conseguido hasta el momento.Bachelet ha sido catapultada como un referente de la socialdemocracia a nivel mundial desde que, a los pocos días de tomar el poder en Chile, emprendió una serie de políticas sociales para desarrollar los derechos sanitarios y sociales. Su primera medida substancial fue la ampliación de la sanidad pública a los mayores de 60 años, además de revisar los salarios mínimos.
Sin embargo las primeras polémicas no tardarían en llegar, ya que para aplicar esas primeras reformas el gobierno chileno también tuvo que subir los impuestos, y pronto liberales y conservadores emprendieron un frente común para criticar las reformas. Sin embargo gracias a esta subida de impuestos logró controlar el déficit presupuestario, afrontando el riesgo de una subida inflacionaria a medio plazo.Su política ha estado siempre centrada en el desarrollo de la sanidad pública, la mejora del poder adquisitivo de las clases más pobres, y la implantación de una política medio ambiental, para desarrollar este último punto de su programa de gestión creó a mediados de 2006 el Ministerio de Medio Ambiente.Sin embargo, la oposición a la izquierda parlamentaria ha denunciado en numerosas ocasiones la falta de un programa político medioambiental en su gobierno, e incluso la oposición liberal y de centro-derecha se llegó a referir a dicho ministerio como un “gasto inútil”.El sector de la educación es uno de los que más conflictos han generado para Michelle Bachelet. Ya en 2006 los estudiantes comenzaron una intensa campaña de protestas y movilizaciones para exigir al gobierno socialdemócrata una reforma educacional amplia, al principio el gobierno hizo oídos sordos a las exigencias, pero finalmente Bachelet tuvo que ceder y dirigirse a la nación para anunciar que se realizarían reformas profundas en el sistema educativo.
Por aquellas fechas la presidenta obtuvo sus peores resultados de apoyo ciudadano en las encuestas, e incluso los sectores de izquierda radical del país daban por hecho que la caída de su gobierno era cuestión de meses. Muchos partidos de centro-derecha comenzaron a planificar el post-bacheletismo en Chile, dando también por sentado que el gobierno sucumbiría ante la falta de conexión entre el ejecutivo y las administraciones.
Su gobierno tuvo incluso que hacer frente a una serie de imprevistos que lo pusieron aun más en apuros, al saltar a los medios de comunicación que las viviendas públicas entregadas a ciudadanos llegaban incluso a la ridícula cifra de 9 m2.
Ante la situación crítica, Bachelet optó por modificar profundamente la trayectoria de su gobierno, emprendiendo una serie de reformas que tratarían de alejar provisionalmente el programa electoral para centrar la actuación y realizar políticas socioeconómicas pragmáticas, con el objetivo de modernizar el país.
A partir de entonces Chile conocería una época de estabilidad y de crecimiento económico, que se vería frenada cuando los sindicalistas iniciaron un nuevo ciclo de movilizaciones, criticando el incumplimiento del programa electoral en la subida de salarios mínimos y el reparto de riqueza equitativo. Pese a que estas movilizaciones apenas consiguieron recibir el apoyo de menos del 20% del país, desgastaron considerablemente la popularidad de la presidenta, devolviendo los niveles de aprobación a mediados de 2006.
La política de subida de impuestos para lograr encajar las reformas sanitarias trajo como consecuencia una subida exponencial de la inflación, alcanzando cifras que rozaban el 8 por ciento a finales del 2007. Esta subida de precios trajo consigo una pérdida notable del poder adquisitivo de las clases más pobres del país, además de un crecimiento del paro entre los jóvenes con las perseverantes movilizaciones estudiantiles.
Su intento de desarrollar un pragmatismo socioeconómico sobre todo desde finales de 2007 ha levantado incluso algunas críticas dentro del Partido Socialista, de sectores marxistas minoritarios que la han llegado a acusar de llevar un gobierno socio liberal que poco tiene que ver con lo prometido en las campañas electorales.Pese a todas las criticas, lo cierto es que la inmensa mayoría de la población chilena ha aprobado con notable la gestión de la presidenta, y consideran que su gobierno ha significado un profundo cambio cultural y de gestión en el país, al haber sido el primero en toda América liderado por una mujer.