El gobierno de Pakistán inicia un plan para combatir a los talibanes

Pakistan combate a los talibanes y Al Qaeda
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Durante los últimos años la situación política y social en Pakistán se ha ido degradando hasta el punto de que los grupos radicales islamistas, que hasta hace poco únicamente operaban en Afganistán, han visto allí que pueden tener posibilidades de desestabilizar e incluso tomar el poder a medio plazo, con lo que se han visto decididos a participar y protagonizar numerosos atentados, con centenares de muertos.

Solamente en el último mes han muerto más de 150 civiles en las luchas internas y atentados que realizan los radicales, muchos de ellos muy vinculados con la resistencia talibán en Afganistán.

El gobierno pakistaní ha tomado la decisión, tras consultar con asesores expertos norteamericanos, de iniciar una ofensiva a gran escala para acabar definitivamente con los focos activos de islamistas radicales simpatizantes de Al Qaeda; sin embargo, deberá hacer frente a la propia población del país, que está habituada a organizarse de manera tribal y muchos de ellos ni siquiera reconocen al gobierno del Estado, así que no estarán dispuestos en absoluto a prestarse para colaborar en la búsqueda y captura de esos talibanes.

La situación ha sido tan positiva para los insurgentes radicales que incluso se han podido permitir el lujo de organizar expediciones al exterior para reclutar lo que ellos consideran soldados para la Guerra Santa. Según fuentes del gobierno pakistaní, se trata de individuos de antiguas repúblicas soviéticas, todos ellos fundamentalistas islámicos, que ante todo odian a Occidente e identifican el gobierno pakistaní con el de Afganistán, considerándolos siervos del Gran Satán (Estados Unidos), con lo que están dispuestos a hacer prácticamente cualquier cosa con tal de combatirlos. El gobierno pakistaní teme que incluso sean capaces de llegar a utilizar menores de edad para que se inmolen en mercados, algo que en alguna ocasión según declaran a los medios ya han intentado llevar a cabo.

Los propios servicios secretos norteamericanos y británicos han realizado informes nada positivos sobre la situación de los fundamentalismos en la zona entre Pakistán y Afganistán. Al día de hoy se calcula que el número de combatientes contra Occidente supera ya los 200.000, que incluso se pueden permitir cruzar con frecuencia las fronteras entre Pakistán y Afganistán para formar parte de frentes que intentan que los talibanes retomen el control por todo el territorio nacional, y contra los que los gobiernos ni los ejércitos de ocupación han podido luchar ya que conocen el terreno mejor que ellos, realizan frecuentes escaramuzas del tipo de guerra de guerrillas y además cuentan en muchos casos con un amplio apoyo entre la población civil, a veces por el miedo que levantan, y otras porque son islamistas.

A esto hay que sumar además la posible grave crisis humanitaria que el último plan desarrollado por el gobierno pakistaní puede generar sobre todo en las fronteras. Mientras que los ejércitos podrían llegar a mantener combates abiertos en plenas ciudades, los civiles intentarán huir al exterior, y no es la primera vez que el fuego amigo llega a asesinar a centenares de personas inocentes cuyo único delito era estar en el sitio inoportuno en un mal momento.

En total se calcula que el número de personas que se han tenido que mudar continuamente de residencia durante el último año asciende a más de 300.000, con todos los problemas que se pueden calcular, por ejemplo uno de los más graves es la falta de escolaridad de los jóvenes, que en opinión de muchos miembros de organizaciones humanitarias puede generar en el futuro numerosos problemas para el desarrollo de Pakistán.

La agresividad de los talibanes se ha ido incrementando progresivamente durante los últimos meses en función de la respuesta que el ejército ha ido dando ante las ofensivas sobre todo al norte del país, en lugares tribales donde han reclutado mayor número de combatientes.