Colapso de un sistema

Crisis mundial

La rebelión de un sistema por sobrevivir se encuentra en pleno apogeo y, mientras las economías-algunas más avanzadas- articulan herramientas e instrumentos de teoría económica para provocar reacciones que hagan pensar que la recuperación está en marcha, lo que es realmente cierto es que el colapso del sistema capitalista tiene su base y fundamento en una crisis social.

Debiéramos comenzar haciendo un resumen de lo acaecido en las economías a nivel global; la caída en picada de la liquidez es la primera ficha del dominó. Una vez que cae la recaudación, el gasto social del Estado no puede sustentarse, esta situación bloquea el consumo, genera desempleo y la economía colapsa.

No es demasiado relevante a estas alturas de la crisis, más allá de para aprender y prevenir en ciclos futuros, saber cuál fue el detonante específico de esta situación. Lo importante hoy, es que la salida de la recesión se lleva a cabo con debilidad.

La rebelión de un sistema por sobrevivir se encuentra en pleno apogeo y, mientras las economías- algunas más avanzadas- articulan herramientas e instrumentos de teoría económica para provocar reacciones que hagan pensar que la recuperación está en marcha, lo que es realmente cierto es que el colapso del sistema capitalista tiene su base y fundamento en una crisis social.

Un auténtico regulador demográfico necesario e imprescindible para el que ni los gobiernos, ni el sistema como engranaje encuentra preceptos económicos a los que agarrarse, los planes no funcionan y la salida no se ve en el camino.

Muchos especialistas y organismos reguladores lanzan diariamente sus análisis y estudios sobre el efecto del desempleo, el gasto público y la ausencia de financiación para reactivar el consumo, sin embargo y, de forma subyacente, los dramas familiares y empresariales que unidos forman una crisis social de magnitudes históricas, no parecen tener solución.

Es la extinción por exclusión extendida desde Estados unidos y la Unión Europea hacia todas las economías en todos los niveles de desarrollo que, en mayor o menor medida sufren las consecuencias de un sistema que, simplemente, no da para más.

La conciencia global parece estar tan presente como la impotencia por no saber cómo acometer el estallido de crisis social que se gesta en las entrañas de un planeta que colapsa, los motores básicos de la economía; consumo y empleo, simplemente no dan para más.

En este escenario, las medidas que se pueden acometer, el incremento de la presión fiscal y la reducción de los beneficios sociales pueden eventualmente, arrojar datos de salida técnica de recesión, sin embargo agravan sustancialmente el problema subyacente; la exclusión social

El crecimiento técnico, que no real de economías como la estadounidense y la europea, ayudan a los motores de arranque, las tasas de desempleo siguen creciendo y la magnitud de la crisis social aún no se dimensiona. Las sociedades desocupadas, gestan su supervivencia desde el interior.

La Unión Europea cuenta con una tasa de desempleo cercana al 10% casi el mismo porcentaje que Estados Unidos, millones de personas movilizándose, buscando sin control una forma de supervivencia; ciertamente peligroso. Una nueva crisis amenaza la economía mundial, mientras la deflación provocada por la caída de precios y el colapso del consumo dejan una huella indeleble en los sistemas crediticios.

Los parámetros históricos se cumplen uno tras otro a medida que transcurren los meses y los años y las políticas, herramientas y medidas ponen de manifiesto una realidad tangible; a la caída del sistema financiero, le sigue el colapso industrial, lo que inevitablemente desencadena crisis sociales.

No cabe ninguna duda que las crisis sociales se gestan y crecen gracias a la necesidad de sobrevivir, una supervivencia inalcanzable que se contradice con la incipiente reactivación de las economías, las cifras millonarias que se mueven en los mercados y los datos de Producto Interior Bruto con crecimientos técnicos.

El desempleo, la caída del consumo, el endeudamiento global -tanto de los gobiernos como de las sociedades- derivan inevitablemente en estallidos, revueltas y catástrofes humanas en la lucha entre la supervivencia de una raza y la de un sistema.

La necesidad de recortar el gasto público, complica aún más el escenario, mayor número de despidos, empleados trabajando sin salario, recorte de prestaciones en términos de educación y salud, eliminación de medidas protectoras de la tercera edad y, sin duda alguna, asistiremos a programas destinados a paliar la carencia de necesidades básicas sin cubrir de la sociedad.

En este contexto, la convivencia entre la empresa privada y los gobiernos y estados, es decir; el capitalismo, se perfila inviable y se defiende con destrucción masiva de tejido empresarial, empleos y recortes sociales alentando la precariedad y la exclusión social.

Y mientras esto sucede, las clases más beneficiadas, los que aún están en activo, asumen los costes de los sectores más paupérrimos, cuyo porcentaje es cada vez mayor, atrayendo hacia sí mismos lo poco que encuentran en el camino para sobrevivir, simplemente, un día más.

Sólo al cierre de 2009 cincuenta millones de personas habrán perdido su empleo, si trasladamos estos datos a unidad familiar, 200 millones en el mundo podrían encontrarse desempleados a finales de este ejercicio y, durante los dos años que lleva la crisis, más de 1.000 millones de personas han entrado en situación de exclusión social.

No cabe ninguna duda que nos enfrentamos a un momento histórico en el que las políticas gubernamentales colapsan en su enfrentamiento con la empresa privada. El manejo del poder, del dinero, gran acicate de las economías, deriva en una ausencia del mismo.

El sistema colapsó y, lamentablemente, la exclusión social, la selección natural basada en la innovación, el desarrollo y la investigación de nuevas fuentes de recursos compartidos y sustentables, es el único procedimiento por el que el nuevo sistema verá la luz. Como la vida…, empujando, sufriendo, respirando…, sobreviviendo.