Inversiones chinas en Afganistán preocupan a EE.UU.
La inestabilidad en los países de Oriente en los que Estados Unidos tiene intereses estratégicos importantes, como en Afganistán, ha favorecido notablemente los intereses chinos durante los últimos años. Pese a que China no ha desplegado en ninguno de esos países soldados ni tampoco aporta ayudas humanitarias ni colabora con las ONG, se ha convertido en el país más importante para Afganistán a la hora de entablar relaciones diplomáticas y comerciales, debido a que sus empresas han logrado penetrar en el país afgano más que las de ninguna otra nación, logrando así ser influyentes y decisivas en todas las decisiones que los representantes gubernamentales tomen respecto a la legislación de mercados o los derechos laborales de los ciudadanos.
Tanto es así, que a principios de 2009 el gobierno de Afganistán presentó los informes sobre inversiones extranjeras, en donde saltaba a la luz que las relaciones comerciales con su socio chino habían aumentado un 5600 por ciento desde hace siete años, concretamente desde la entrada de los Estados Unidos para liberar al país del régimen talibán.
Incluso algunos importantes ministros del gabinete de Karzai han conseguido que el gobierno afgano otorgue privilegios a las empresas chinas para instalarse en territorios donde los aliados de Estados Unidos mantienen una estabilidad más duradera que en el resto de zonas montañosas del país, a cambio por supuesto de enormes sumas que oscilan entre los 2 y los 6 millones de dólares anuales.
Entretanto, el gobierno chino ha tenido que hacer frente a las críticas de diversos medios de comunicación norteamericanos y europeos, que no han tardado en criticar la actitud que este país mantiene en Afganistán, considerando que están aprovechándose de la situación de caos e inestabilidad en la nación para obtener mayores privilegios a la hora de instalar sus empresas.
Los chinos se defienden declarando que para ellos lo más importante ahora es contribuir al desarrollo de un mercado estable en Afganistán, ya que de esa forma, afirman, contribuyen a generar empleo y riqueza, que es tan importante como consolidar un régimen estable y pacifista en la región.
Lo cierto es que el gigante asiático se está beneficiando de los enormes recursos de gas de Afganistán lo que empieza a inquietar a Estados Unidos y sus socios, ya que ellos habían hecho planes de que sus empresas lograrían instalarse allí.
Sin embargo, la intrusión inesperada de los asiáticos ha enfurecido a quienes habían contribuido a financiar numerosas ONG para acelerar el proceso de reconstrucción de infraestructuras básicas afganas, con el fin de poder instalarse cuanto antes en el país, tal ha sido el caso de numerosos inversores privados.
En este último aspecto también China ha conseguido colarse y convertirse en el mayor inversor en infraestructuras afganas durante los últimos dos años, consiguiendo obtener las concesiones para construir las dos mayores autovías del Estado que conectarán directamente las regiones con recursos en gas más importantes a nivel nacional.
China necesita los recursos afganos para poder seguir adelante con sus planes de desarrollo acelerado, si quiere seguir manteniendo los mismos niveles de crecimiento de los últimos años, que rondan más del 10 por ciento anual.
Pero su plan de expansión no se remite únicamente al gas. Gracias a las concesiones del gobierno afgano, una compañía estatal de minería china ha logrado hacerse con una de las mayores reservas de cobre a nivel mundial, invirtiendo para explotarla más de 10.000 millones de dólares a lo largo de 2009.
A cambio de esa concesión, el gobierno chino se ha comprometido a generar más de diez mil puestos de trabajo, de los cuales nueve de cada diez serán ciudadanos afganos. Además, construirá de forma gratuita carreteras, un hospital e incluso una central energética para abastecer a los pueblos de la zona.