La guerra de Estados Unidos en Afganistán

La guerra iniciada por Estados Unidos en Afganistán lleva ya casi 20 años de duración y aún ve muy lejos su final.

Guerra de Estados Unidos en Afganistan

El 11 de setiembre de 2001, el mundo fue testigo, en vivo y en directo, del peor ataque que jamás haya vivido Estados Unidos. Los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York mataron a casi 3.000 personas. Estados Unidos, una de las potencias militares y de inteligencia más poderosas del mundo había sido tomado por sorpresa.

El país se sumió en el caos y el dolor por las miles de víctimas. Rápidamente, se identificó a Osama Bin Laden, jefe del grupo islamista Al Qaeda, como el responsable. Bin Laden se escondía en Afganistán y era protegido por los talibanes, islamistas radicales que dominaban el país.

Al poco tiempo del ataque terrorista a las torres del World Trade Center, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, lanzaba una advertencia:

“Quienes derribaron estos edificios nos van a oír pronto”.

Un mes después del 11 de setiembre, Estados Unidos, apoyado por otros países, lanzó una ofensiva y comenzó a bombardear Afganistán. Al día de hoy, 18 años después, Estados Unidos todavía tiene 14.000 soldados desplegados en la región y las negociaciones de paz que estaban en curso, según palabras del presidente Donald Trump, por el momento, se hallan en punto muerto.

“Cuando escuché que ellos mataron a uno de nuestros soldados y a otras doce personas inocentes pensé que de ninguna manera me reuniría en estas circunstancias”.

Territorio difícil

Afganistán era ya un lugar bastante complicado en 2001 cuando llegó Estados Unidos.

En 1979 Afganistán fue invadido por la antigua Unión Soviética que impulsó allí un gobierno comunista, pero encontró una feroz oposición que se empezó a organizar para combatirlos. La mitad de la población tuvo que huir a países como Pakistán o Irán.

En 1989, con la caída de la facción socialista, las tropas soviéticas se retiraron de Afganistán, pero ello no trajo la paz al país, por el contrario, la guerra civil, la polarización y el enfrentamiento que llevaba décadas continuaron, propiciando el caldo de cultivo para la aparición de grupos extremistas. Hasta que, en 1996, los talibanes se hacen con el control de la capital, Kabul.

Los talibanes

Los talibanes eran un grupo radical que prometía luchar contra la corrupción e introdujo una versión extrema del islam: prohibieron la música, el cine y el trabajo para las mujeres. Impusieron castigos como la muerte a pedradas y las amputaciones. Se expandieron con mucha fuerza, pues un año después de tomar el poder ya controlaban un tercio del territorio afgano y por entonces ya escondían a Bin Laden y a Al Qaeda en su territorio.

Es en este escenario que comienza la guerra con Estados Unidos, que abarca varias etapas. Solo dos meses después de la intervención estadounidense, el régimen talibán colapsó. Sus soldados huyeron a Pakistán, pero la guerra todavía estaba lejos de terminar.

Una guerra de larga duración

Un nuevo gobierno, respaldado por Estados Unidos, asumió el poder en 2004 luego de unas accidentadas elecciones, pero nunca se consolidó como un gobierno fuerte y los talibanes tampoco perdieron el control del país totalmente, pues se mantuvieron presentes en muchos territorios, sobre todo en la frontera con Pakistán donde se escondieron y se mantuvieron gracias a que ganan cerca de 1.500 millones de dólares al año por la producción de opio, materia prima para la elaboración de heroína y que se cultiva en áreas que controlan los talibanes.

Algunos expertos sostienen que el gobierno de Pakistán los apoya, aunque esta versión ha sido negada por el país en mención. Se dice también que la estrategia de Estados Unidos ha fallado.

En un inicio, los estadounidenses enviaron tropas al terreno y en 2009 había 100.000 soldados en Afganistán, luego decidieron entrenar a tropas afganas, pero esto tampoco ha funcionado. Por otro lado, al ser una guerra tan larga, algunos países aliados como Francia y Reino Unido decidieron retirarse.

Esta guerra ha tenido un gran impacto en la economía de Estados Unidos, pues se calcula que hasta el momento le ha costado cerca de un billón de dólares y es difícil saber si el fin de esta guerra está cerca, más aún si las negociaciones de paz anunciadas por Trump a inicios de año se hallan estancadas.