Crisis económica, catarsis, endorfinas y vuelta a la libertad

Crisis economica, catarsis, endorfinas y vuelta a la libertad
Ruptura con los símbolos, liberación de endorfinas, limpieza del individuo y…, vuelta a la libertad

¿Reinventarse?… ¿permanecer pasivos y esperar a que escampe? La crisis paraliza, de pronto todo cambió y a pesar de las innumerables oportunidades implícitas en todo momento de cambio, no siempre es fácil saber encontrar nuevos puntos de partida.

La crisis económica mundial ha puesto de manifiesto una situación en la que la debacle de las variables económicas se extrapola a las situaciones personales exigiendo altas dosis de catarsis para reinventarnos

Si estudiamos la respuesta ante el cambio en base a las diferencias culturales, observamos que mientras el latino permanece pasivo ahogándose en su dolor, el anglosajón se pone en pie con actitud decidida para enfrentar el futuro.

El miedo al fracaso es una de las principales causas de la paralización frente a las crisis, miedos intrínsecos al ser humando que se complementan con la falta de liquidez de las economías. Así, mientras las familias se resignan y lamentan de sus circunstancias viendo pasar sus proyectos de vida delante de sus ojos sin poder frenar la crisis y los innovadores se encuentran con el muro de la falta de financiación, se pone aún más de manifiesto la necesidad de lograr que la catarsis se produzca desde dentro del individuo.

Cierto es que los cambios drásticos no están pensados para todas las personas, algunas huyen de ellos porque topan con su profunda incapacidad de aceptar y evolucionar, y otros, por la arraigada rutina filosófica del “ya pasará”.

Sociológicamente hablando, un cambio drástico, la pérdida del puesto de trabajo, una separación, una muerte, sitúan al individuo ante un abanico de opciones nuevas que no estaban ahí antes de la crisis y que obligan a enfrenar nuevos retos, principalmente el reto de cambio de trayectoria.

Los grandes proyectos salen de horas en las que las mentes se lamentan pensando cómo seguir adelante cuando todo se ha perdido y cómo encontrar el camino para sobrevivir

Perder el empleo puede equipararse a la pérdida del compañero/a de camino. Un nuevo escenario se abre ante uno mismo en el que el decorado es el mismo pero la vida exige un cambio global, pensar cómo alimentar a los hijos o pagar las deudas es un gran acicate para los que enfrentan el momento con aceptación y deseo de supervivencia.

Nuevos retos y objetivos

El mundo cambió, un cambio que si bien es cierto lanzó incluso durante los años de bonanza económica y prosperidad especulativa, numerosas señales de lo que se avecinaba, ni quisimos, ni supimos dimensionarlo y hoy, sencillamente cambió. La catarsis exigida en el momento actual pasa por giros de 180 grados en los hábitos de vida.

Y si pensamos que las medidas parche son suficientes para enfrentar el nuevo escenario que se abre ante nosotros, un escenario por otra parte aún desconocido y sin perfilar en el que seremos los seres humanos, los sistemas productivos, las economías y en definitiva el devenir de los días, quienes iremos conformando el nuevo ciclo y el nuevo equilibrio, sea cual sea, si pensamos que con utilizar bolsas de papel en lugar de plásticas, tomar más el autobús en lugar del vehiculo propio o gastar menos, escampará y la “bonanza” conocida basada en el consumismo volverá como si todo hubiera sido un mal sueño, ciertamente nos equivocamos.

Tomemos como ejemplo empresas con una fuerte incidencia de la crisis económica producto de su actividad intrínseca. Cadenas de gimnasios, expansión, crecimiento, símbolo de poder y estatus en la otrora época de la prosperidad. La necesidad de reinvención e innovación en un momento como el actual, en el que los primeros cambios visibles y adoptados por la sociedad pasan por la eliminación de los gastos en bienes y servicios suntuarios, es total. Innovación que parte, en algunas cadenas de un nuevo planteamiento en el que el ejercicio físico se plantea más como una liberación de endorfinas y una forma de despejar la mente para dejar espacio a los nuevos retos.

Tímidos cambios que se basan en la necesidad de enfrentar la mayor crisis económica de los últimos 60 años con una máxima subyacente “esperar a que pase la tormenta”. Posiblemente provocaría un temblor interno si se dijera que la tormenta pasó. Sí, es cierto, la tormenta, los “boom”, “crash”, “burbujas” y en definitiva, cualquiera de los conceptos acuñados con la crisis cuyo significado tenemos absolutamente claro en nuestro consciente y subconsciente, pasó.

Las economías se recuperan sobre la base de la descoordinación, el crecimiento débil y la falta de modelo productivo y nada sustentable, pero la crisis en sí misma y entendida como la destrucción y caída libre, pasó. Estamos ante este nuevo escenario ahora, ¿qué hacemos?

Motivaciones intrínsecas paralizadas por el miedo

El apalancamiento de los individuos es producto de motivaciones débiles, mientras las motivaciones intrínsecas se alimentan del entorno y se dejan imbuir en un espíritu de negatividad y pesimismo que acaba bloqueando a las economías y las sociedades, la aceptación de la situación y la necesidad de canalizar la adrenalina provocada por el miedo hacia una puesta en marcha personal se basa en los estímulos extrínsecos del ser humano, retos personales, puntos de partidas… cambio globales.

Grandes diferencias dentro del proceso encontramos entre ambos mundos, ambas culturas, mientras que en los latinos es lo intrínseco, el entorno y la situación social son determinantes, los anglosajones dirigen sus acciones de una forma extrínseca donde las motivaciones personales son el motor que genera movimiento. En 2008, el ranking de trabajo autónomo con crecimiento lo ostentan los países nórdicos, centroeuropeos y Estados Unidos.

Pasividad y riesgo

Las variables económicas y la evolución de las economías pasan por varias fases en momentos de cambio. Mientras en una primera fase, las malas prácticas, los crecimientos basados en modelos productivos no-sustentables, la falta de valores, la especulación, el abuso, la ausencia de generación de riqueza y la escasez de reparto de recursos, mantienen al individuo permanentemente alerta sobre la explosión que se está viviendo, el estallido feroz que pone todo el engranaje conocido al revés y logra que todo deje de funcionar informa del comienzo de la segunda fase, donde las sociedades se enfrentan a los daños colaterales de la explosión y, la tercera y última fase, quizá la más compleja, es cuando la crisis dice “esto es lo que queda después de…”.

En la tercera fase es donde se encuentra la crisis global y, ahí la incidencia de la inercia colectiva es una variable dominante para el rumbo que vayan tomando los sistemas, las economías y los individuos.

Miedo, incapacidad para asumir el riesgo y bloqueo, son algunos de los estados mentales colectivos y preponderantes en las sociedades latinas, mientras que la premisa básica que interrelaciona de forma indivisible el riesgo con la innovación y, por lo tanto, un nuevo comienzo parece estar, sociológicamente hablando, más ligada a la mentalidad del mundo anglosajón.

En Estados Unidos la movilidad geográfica, los estudios complementarios basados en los incipientes modelos productivos sin definir, que asoman tímidamente su cabeza por la tierra tras la masacre y el movimiento constante, son los ejes por los que transcurren las vidas de una sociedad, en la que las cifras de desempleo, endeudamiento y crisis continúan siendo descomunales pero ostentan el mayor nivel de proyectos de emprendimiento exitosos.

La empresa del futuro

Lanzarse a la recuperación de la crisis individual no es una tarea fácil por muy apasionante que pueda parecer el resultado. Es importante tener claro que sólo cuando hemos tocado fondo, estamos en disposición de comenzar a volar. El sistema que viene habla de modelos de negocio unipersonales por lo que la labor es ardua, compleja y con altas dosis de riesgo.

Endorfinas, austeridad y vuelta a los valores tradicionales

Qué duda cabe de que cualquier nuevo proyecto emprendedor requiere, en teoría, de acceso a financiación para arrancar y consolidarse, la necesidad primaria de la supervivencia aún no está definida en esta crisis y, desde mi punto de vista, las sociedades esperan erróneamente a que se resuelva ese punto para pasar al siguiente. El movimiento es lo que hace que se vayan pasando obstáculos, es imprescindible un cambio drástico de mentalidad para iniciar el nuevo camino.

Conceptos con altas dosis sociales y económicas como consumo, calidad de vida o nivel de vida, deben ser redefinidos para enfrentar y encontrar el medio de transporte por el que las sociedades actuales post-crisis deben avanzar.

Sin duda la clave del cambio se encuentra en romper con los clichés, que durante años fueron las variables de análisis y estadística. En un momento como el actual la austeridad, entendiéndola como un proceso que permita centrarnos en el objetivo final, salvando obstáculos sin salirnos del camino y la vuelta a los valores tradicionales que durante años hemos eliminado incluso hasta del modelo educativo de las nuevas generaciones, son las claves para enfrentar el cambio.

El movimiento DownShifting, cuya patente ostenta Estados Unidos y que se refiere a la capacidad de entender que el dinero es un medio y no el fin en sí mismo, marca una filosofía en ascenso que tiene su máximo exponente en la vuelta al trueque como forma de vida o el retiro y establecimiento de formas de vida autosustentable, en los que nace una nueva generación definida como “neo-rurales tecnológicos”, cambios de mentalidad con optimización de procesos incluida por medio del cual la vuelta al campo, la alimentación orgánica, el trueque como forma de vida y las nuevas tecnologías se conjugan y combinan para dar lugar al nuevo orden social.

Ruptura con los símbolos, liberación de endorfinas, limpieza del individuo y…, vuelta a la libertad, ¿al fin y al cabo no se trata de eso la vida?