Dia Internacional de la Tierra
El afán individualista ha menospreciado algo tan sagrado como es la propia tierra, el mundo en que vivimos. A conciencia que nada es infinito, la ambición prima ante cualquier cosa. Nos estamos autodestruyendo.
El afán individualista ha menospreciado algo tan sagrado como es la propia tierra, el mundo en que vivimos. A conciencia que nada es infinito, la ambición prima ante cualquier cosa. Nos estamos autodestruyendo.
Los 22 de abril de cada año se celebra el Día de la Tierra. Tiene sus orígenes en el año 1970, en Estados Unidos y la idea central es generar conciencia en la gente sobre los riesgos que está corriendo el planeta debido al manejo inescrupuloso de contaminantes de muchas empresas y a la inoperancia cómplice de numerosos gobiernos.
Es frecuente escuchar argumentaciones que se intenta priorizar las fuentes de trabajo, aunque a la larga, el deterioro irreversible de recursos no renovables, culmina destruyendo más fuentes laborales de las que en realidad genera y, fundamentalmente, empobreciendo la calidad de vida.
En 1969, debido a los vertidos tóxicos en el Río Cuyohoga (Cleveland, EEUU) se generó un foco ígneo de considerables proporciones. Era el segundo incendio que se provocaba desde el nacimiento de las industrias en su ribera; sin embargo, esta vez generó alarma pública y la población comenzó a protestar.
El ex senador Caylord Nelson tomó la posta en la iniciativa de promover un día dedicado a la tierra. Difundió su propuesta en diferentes esferas políticas, en la población, medios de comunicación y en revistas de circulación en la enseñanza primaria y secundaria. Su propuesta tuvo amplia y satisfactoria recepción, logrando crear el Día de la Tierra. Inicialmente se obtuvieron algunas leyes en defensa del medio ambiente y, con el paso del tiempo, se fueron sumando ONG´s de diversos países.
En 1990, por primera vez adquiere carácter internacional y millones de personas se van sumando cada año a esta causa. Si bien el panorama no es muy alentador, al menos se ha logrado poner sobre la mesa de discusiones temas tan importantes como la contaminación y el calentamiento global.
Vivimos en una sociedad en la cual se ha sobrevalorado lo material, el consumismo. Se han privilegiado intereses por encima del propio ser humano. La explotación del hombre por el hombre, la sustitución del hombre por la máquina, la degradación del hombre.
Un mundo individualista en donde el narcisismo impera como una regla inquebrantablemente apreciada. La fraternidad hacia el prójimo se muestra como extraña virtud cuando debería estar intrínsecamente unida en la esencia misma del ser humano. El individualismo genera injusticias, entendiendo la injusticia como la defensa de la dignidad humana, en cualquier lugar, en cualquier momento y a cualquier precio.
No percibimos, que cuando el ego comienza a halagarnos demasiado, tal vez debamos abrir un poco más los ojos, pues la humildad se nos puede ir esfumando. El hombre vive atormentado; atormentado por tener una cosa y cuando ya la ha obtenido, se atormenta por otra nueva cosa.
Pitágoras decía: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los adultos”. No nacemos humanos, sino que nos vamos humanizando. O deshumanizando y es en ese proceso de deshumanización que se prioriza lo cuantitativo por sobre lo cualitativo
Comida chatarra, vida chatarra; elementos descartables, hombres descartables. El consumismo nos alienta a eso, a ser acríticos e insensibles a todo lo que nos rodea. El poseer algo nos va consumiendo a tal punto que ,si reflexionáramos mirando hacia atrás, tendríamos que preguntarnos si poseemos algo o hemos sido poseídos por algo. Nos autoexigimos el éxito, sin saber realmente para qué, la imperiosa necesidad de tener lo material y que si se fracasa y se pierde lo material, hasta el suicidio se llega. Una negación de la realidad, de no mirar un poco más alto, ese tormento de sentir el fracaso a tantas exigencias sin un sentido real en lo que refiere a nuestra existencia misma en esta vida. No sabemos discernir si hay vida después de la muerte, empero, sí tenemos conocimiento que antes de la muerte hay vida y está en nosotros saber valorarla.
El afán individualista ha menospreciado algo tan sagrado como es la propia tierra, el mundo en que vivimos. A conciencia que nada es infinito, la ambición prima ante cualquier cosa. Nos estamos autodestruyendo. El hombre profundiza cada vez más la brecha de la inequidad social.
Todo es material en el mundo individualista, la degradación del planeta es tan sólo un efecto colateral. La toma de conciencia, de ese simbolismo de tener un Día de la Tierra, sería interesante para retomar las riendas de fomentar lo cualitativo, comprender a nuestro planeta para comprendernos a nosotros mismos, todo cuanto nos rodea, nuestra propia existencia; y una vez comprendido se puede apostar al fomento de la conciencia cuantitativa, para no tener que castigarnos de adultos y condenando a las futuras generaciones.
La tierra en cifras
“Mide 12.713 km. de diámetro de polo a polo y 12.756 por el Ecuador. Por tal motivo su forma es esférica, ligeramente achatada en los polos y ensanchada en el Ecuador. La superficie terrestre es de 510 millones de Km2 aproximadamente. El volumen total de agua de la tierra se estima en 1.420 millones de Km3, incluyendo la contenida en ríos, lagos, hielo, océanos, atmósfera y el subsuelo. El volumen total de la tierra es de 1.083 mil 320 millones de Km3. El punto más alto de la tierra es el Monte Everest con 8.848 m. La mayor depresión es el Mar Muerto, un mar interior cuya superficie está a 399 m. bajo el nivel del mar. Posee más de 6.000 millones de personas, la mitad de los cuales tiene menos de 25 años. Da un giro completo alrededor del sol en 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9 segundos (aproximadamente un año) Gira sobre si misma en 23 horas, 56 minutos y 4 segundos (aproximadamente un día). Su velocidad promedio en el universo es de 30 km. por segundo”. (1)
(1)Datos elaborados por el Equipo Técnico de VITALIS