La Revolución Bolivariana de Venezuela
Lo que se ha dado en llamar Revolución Bolivariana no es otra cosa que un posicionamiento en la vida.
Lo que se ha dado en llamar Revolución Bolivariana no es otra cosa que un posicionamiento en la vida.
Es decir, una conciencia de los abusos de las potencias del norte con los países del sur, el reclamo de los que queremos se aprenda a valorar nuestra cultura, nuestra historia, el ayer colonial, el pasado indígena. Luchar por un lugar digno, en el mundo, para nosotros no es ser idealista.
Esta posición que se emblematiza con la imagen y recuerdo del ideario de Simón Bolívar, libertador y unificador de los pueblos que fueron colonia de la corona española, se traduce hoy como una resistencia a la presión de Norteamérica y su influencia en la región.
En este sentido, vemos como se está constituyendo un nuevo bloque que antes, desmembrado, no era más que una prolongación del poder de los EE.UU. Se trata de la alianza entre naciones nunca antes realmente independientes sino siempre sometidas a presiones comerciales, culturales y sociales.
Esta proclamada independencia de América aparece con el nombre de Chávez, presidente de Venezuela que, tras un fallido intento de asesinato contra su persona, ha tomado como causa vital la liberación de los pueblos oprimidos mediante su anexión a esta fuerza bolivariana.
La posición de resistencia a la invasión del Norte ha tomado varios frentes y engrosado su ejército de libre pensadores antiimperialistas.
Chávez creó el ejército bolivariano, una fuerza impresionante y formada con voluntarios de toda América. Un ejército para liberar a la Nueva América Latina pisoteada reiteradamente en el mapa socieconómico del planeta.
Desde su política, Chávez tomó además la iniciativa, propugnando una prensa del pueblo y para el pueblo. Las renovadas voces de la democracia se hacen oír por varias cadenas de prensa que desmienten a las cadenas imperialistas sacando a luz las noticias.
Esta es la perspectiva hacia un cambio de orden mejor distribuido donde también serán beneficiados otros bloques en competencia: por ejemplo la UE.
La competencia entre las regiones productoras y manufacturadoras sería ahora más leal ya que negociarían como bloques estables, sin presiones externas ni deudas y con una economía firme en tanto apuestan al mercado interno.
Cuando en un lugar se habla de democracia a los cuatro vientos y no se ve ninguna democracia verdadera ejerciendo cerca se pierde credibilidad internacional. Pocas diferencias hay entre una dictadura militar y una dictadura de las empresas si éstas solo reproducen un modelo estático con patrones constantes de desequilibrio social.
La administración Bush, con su política prevencionista e intervencionista, ha dejado proliferar esta imagen hipócrita y violenta del gobierno de los EE.UU. Sobre todo si continuamente se desoyen los llamados de las Naciones Unidas, de los ambientalistas y la muy justificada demanda de la democracia universal.
Todavía estamos expectantes ante lo que será este anunciado “nuevo orden mundial”, que el nuevo presidente de los Estados Unidos, B. Obama, nos tiene prometido desde antes de ser presidente.
Cabe recordar que Hitler abogaba también por un “nuevo orden mundial” cuestión que no significa nada, salvo que algo va a pasar...