De regreso a la pluralidad parlamentaria
La reacción del presidente Hugo Chávez ante el resultado de los comicios del pasado 26 de septiembre, puede interpretarse como un adelanto de lo que serán las acciones del sector oficial, ante la nueva conformación de la Asamblea Nacional
La reacción del presidente Hugo Chávez ante el resultado de los comicios del pasado 26 de septiembre, puede interpretarse como un adelanto de lo que serán las acciones del sector oficial, ante la nueva conformación de la Asamblea Nacional
Con una significativa aunque minoritaria representación, la oposición venezolana regresa a la lucha política, luego de cinco años de ausencia de las actividades parlamentarias, tras sufrir y asimilar las consecuencias de una estrategia errónea, que la llevó a retirarse y no participar en las anteriores elecciones, alegando que, de hacerlo, se avalaba un proceso viciado e inconstitucional. Esta decisión extrema, facilitó a Hugo Chávez gobernar sin parámetros ni controles legislativos, durante los últimos años pues la Asamblea Nacional, sólo ha fungido como caja de resonancia de sus deseos y decisiones.
La nueva conformación del hemiciclo, coloca a la bancada oficialista, con 96 representantes y a los opositores con 65 escaños, pese a tener el 52% de los votos. Ciertamente, como afirma Hugo Chávez, el gobierno sigue siendo mayoría parlamentaria, la diferencia radica en que a partir de enero, los legisladores rojos no estarán solos, habrá un contrapeso molesto interviniendo en las ponencias, revisando con lupa las propuestas de nuevas leyes, aprobando o desaprobando presupuestos y consultas constituyentes, removiendo a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y a las autoridades del Consejo Nacional Electoral cuando corresponda, en fin, una piedra en el zapato para el gobierno que, considerando la perspectiva de las elecciones presidenciales en el 2012, significa un gran obstáculo.
Desvalorizar como norma
La absoluta incapacidad del presidente venezolano para aceptar la pluralidad de ideas y la participación de otros actores políticos, lo lleva a desvalorizar y denigrar cada paso que se da en ese sentido. Desde la tristemente célebre frase que describía la victoria del “No” en un referendo para aprobar una nueva constitución en el 2007, con palabras que por ética no se pueden repetir, y que muchos medios de comunicación se vieron en la necesidad de censurar para cumplir con las leyes vigentes impuestas por el mismo Chávez, hasta los comicios del pasado 26 de septiembre, la norma es descalificar y amenazar a los opositores.
En este último caso, para el mandatario el único ganador fue su partido, el 52% de los venezolanos que votó por la propuesta de la Mesa de la Unidad y el partido Patria Para Todos, no cuentan o son marionetas al servicio de intereses foráneos: jóvenes estudiantes, amas de casa, trabajadores, hombres y mujeres que luchan a diario por una vida digna, sencillamente no existen.
La radicalización apenas comienza
De esta respuesta inmediata y visceral se desprende lo que será el próximo escenario parlamentario. Una permanente lucha por neutralizar, quizás con mucho éxito, la participación opositora en la toma de decisiones. Lejos está Venezuela de haber alcanzado una merecida y anhelada cuota de paz, un respiro.
Según la politóloga venezolana Collete Capriles, la respuesta al resultado de las elecciones podría ser una radicalización de la acción de gobierno, que entonces se incline por restar valor a la sociedad democrática.
Esta estrategia se podría implementar como ya sucedió en el pasado reciente, creando nuevas figuras por decreto, o a través del llamado poder comunal, convocado por la más alta dirigencia oficialista, cada vez que se requiere aplicar una acción contundente, lo curioso es que la convocatoria siempre se hace libreto en mano.
Se acudiría de nuevo al llamado, para legitimar las actuaciones del gobierno, dejando por fuera a la representación opositora, en el entendido de que “el pueblo es el que decide”. Hay que recordar que los parlamentarios recién electos, tomarán posesión de sus cargos en enero del próximo año, por lo que la Asamblea actual cuenta todavía con tres meses para hacer los cambios que estime conveniente.
Venezuela hoy
Con ingresos estratosféricos en los últimos años, el país vive su segundo año de recesión económica, una inflación que según el ex director del Banco Central de Venezuela, Domingo Maza Zabala, no bajará del 30%, los más altos índices de inseguridad de la región, la crisis del sector eléctrico, atribuida una vez más al Imperio, y la obscena realidad de toneladas de alimentos de la canasta básica importados este año por el sector oficial, que se pudrieron en contenedores y depósitos, antes de llegar a miles de hogares venezolanos necesitados, sin que hasta el día de hoy, se haya señalado un solo responsable.
Ante este panorama, y a pesar de las dudas y temores, la nueva Asamblea Nacional representa un avance para lograr los cambios que Venezuela necesita.