Renunciar, cuando debemos dejar una cosa por algo mejor
Renunciar a nuestros proyectos o empleos muchas veces resulta difícil por el apego emocional que tenemos con ellos, pero hay que saber qué queremos y cuándo decir adiós.
Renunciar a nuestros proyectos o empleos muchas veces resulta difícil por el apego emocional que tenemos con ellos, pero hay que saber qué queremos y cuándo decir adiós.
Todos los profesionales tienen que tener en cuenta que la mejor inversión que se puede hacer es en uno mismo, por ello, se esté o no con trabajo siempre hay que intentar focalizarse en aprender todo lo que se pueda y llegar a especializarse (dependiendo del área en que uno se desempeñe) para así escalar hasta lo más alto.
No obstante lo anterior, es perfectamente posible tener que enfrentarse a un empleo donde las metas son limitadas y las proyecciones prácticamente no existen y ahí ¿Qué hacemos? Es cierto que hay proyectos donde muchas veces tenemos que invertir muchísimo tiempo y energía para que funcionen, pero ¿Controlamos el apego emocional que ello nos provoca? Ciertamente no, y por esta razón renunciar muchas veces es una decisión difícil de tomar.
Hay que tener en cuenta que comenzar con una empresa, verla crecer, desarrollarse y extenderse puede provocar un apego tan importante que a veces aunque la renuncia parece ser la decisión más inteligente y obvia, continuamos intentándolo una y otra vez como obsesionados con alcanzar el éxito.
No existe emprendimiento al que no tengamos que renunciar en algún determinado momento, y es bueno entender que no siempre se debe a que el negocio no sea próspero, sino más bien a que las prioridades en nuestra vida cambian y el negocio o tiene que seguir su curso o simplemente hay que cerrarlo cuando las cosas no van bien y se agotó el margen de tiempo de espera para que reviviera.
Tener las metas claras
Una de las cuestiones que son difíciles de diferenciar, pero que resulta importantísimo tener presente, es el hecho de que el éxito personal no siempre está en la primera empresa que fundamos, así como tampoco puede que esté en el primer trabajo en el que nos contratan. Un ejemplo de ello es lo que le pasó a Russell Simmons, quien construyo “Def Jam” y lo vendió a Universal Music por 100 millones de dólares.
La pregunta en el caso de Simmons es ¿Hizo lo correcto? La respuesta es sí. Con ese dinero Simmons pudo construir una gran cantidad de nuevos negocios y se convirtió en un verdadero ganador, mas si se hubiera empecinado en Def Jam, podría haber terminado con pérdidas y quizá jamás habría llegado a donde realmente quería llegar.
Tener las metas claras implica saber exactamente a donde vamos, y tener conciencia de que lo que hacemos hoy no nos llevará al éxito necesariamente, sino más bien forma parte del camino para llegar a él.
La importancia de sobrevivir
Un ejemplo de sobrevivencia es el de Ian Schrager, quien fue uno de los hombres más importantes del mundo al ser uno de los dueños de Studio 54. Para este hombre las cosas no fueron fáciles, pues llegó un momento en que lo perdió todo e incluso llegó a la cárcel. ¿Cómo nos levantamos de un golpe tan duro?
Schrager al salir de la cárcel comenzó desde cero y poco a poco consiguió abrir una línea de hoteles, los que más tarde se transformaron en los más importantes del sector, pero ahí marcó una diferencia interesante pues anunció se iría del sector y pasaría al inmobiliario. Con esto Ian nos enseña que no siempre lo que nos da dinero es la corona que buscamos, sino más bien forma parte del camino a la cima.
En un próximo artículo analizaremos más aspectos a considerar en nuestra vida profesional y empresarial, para así evitar “quemarnos” intentando cumplir nuestras metas con proyectos que a veces hay que dejar atrás.