El problema de la privacidad en Internet y los créditos preaprobados
La realidad de los créditos preaprobados no son producto del azar, sino más bien de una completa recolección de datos y patrones definidos con rastreadores en los anuncios.
La realidad de los créditos preaprobados no son producto del azar, sino más bien de una completa recolección de datos y patrones definidos con rastreadores en los anuncios.
Con los complejos sistemas informáticos hoy se pueden tener perfiles de comportamientos humanos de casi cualquier persona, evaluando en cuestión de segundos si es o no sujeto de crédito, viendo si vale la pena concederle un crédito o estudiando qué tipo de tarjeta de crédito se le puede entregar según su historial, y todo ello antes de que la persona proporcione algún dato.
Un buen ejemplo de estos nuevos sistemas es la base de datos de Amazon, que cuenta con una plataforma propia y ficha de información que le permite saber qué tipo de artículos se le puede ofrecer según la conducta que se observa en esta persona. Las bases de datos del comportamiento humano son cada vez más complejas y más interesantes, pues se puede prever el tipo de conducta que se tendrá a partir de datos como el estado civil, títulos de propiedad, familiares, tipo de comida favorito, lugares favoritos, entre otras.
Con todo el desarrollo de esta tecnología, la privacidad en Internet es sólo de nombre, pues se conoce todo acerca de una persona que debería estar operando anónimamente. Las distintas fórmulas que se han aplicado para conocer qué es lo que harán los navegantes, ha permitido develar su privacidad, sus necesidades y menoscabar el derecho de privacidad, permitiendo así actuar con cierta ventaja a las compañías que hacen uso de estas plataformas de datos, algunas lícitas y otras no tanto.
¿Qué es lo que ofrece esta nueva tecnología de reconocimiento? Cambiar Internet completamente. La experiencia de navegación ha cambiado cada vez más, pues si bien es cierto que se navega anónimamente (por defecto cada usuario), las tecnologías permiten reconocer ciertos patrones que podrían hacer factible cambiar la apariencia de los sitios, íconos, precios y multitud de otros factores importantísimos. ¿De qué sirve recopilar datos de navegación? Sirve de mucho, pues luego del boom en el 2008 de la publicidad en Internet, se convirtió en mercancía valiosa para muchos saber cómo operan los navegantes.
A modo de ejemplo, la venta de este tipo de base de dato junto a un motor de optimización de predicciones, por ejemplo, se puede vender en unos $30,000 o $200,000 por mes aproximadamente. ¿Quiénes compran esta tecnología? Todos. Todos quieren tenerla a su alcance por las posibilidades que entrega, como por ejemplo el banco estadounidense Capital One.
¿Qué podrían saber de uno estas empresas? Mucho, y es que hay ciertas bases de datos que guardan información histórica de comportamiento en la red, lo que sumado al programa “Digital Envoy Inc.” – que permite conocer el código postal del computador desde donde se accede – se pueden conocer ciertos datos que marcan la diferencia entre los productos que se ofrecen, y así es factible conseguir un mejor porcentaje de ventas exitosas.
En el caso del banco Capital One, esta base de datos se ocupa de comparar los perfiles disponibles en el registro con los datos que se recolectan del nuevo usuario, de manera que se puede prever hasta cierto punto cuáles son los comportamientos esperados. Lo más curioso de todo, es que estas técnicas resultan, pero nunca una persona entregó información confidencial, sino más bien se logró saber a través de ingeniería inversa.
La privacidad en Internet se acabó legalmente con la llegada del concepto de “desanonimación”, según Peter Eckersley quien es científico del grupo de defensa de Electronic Frontier Foundation. Esta nueva teoría, ya más práctica por cierto, postula que se puede desanonimizar a un individuo por medio de la recolección de datos específicos de la vida del mismo.