Reformas laborales y el nuevo modelo
Recuperación económica: El concepto teórico que define a esta frase es presentar datos positivos o neutros de crecimiento en las variables de demanda, producción y empleo durante un trimestre continuado, tras un periodo de crisis y recesión.
Tomemos a Alemania como ejemplo, quien sorprendió al mundo hace dos o tres meses con una salida técnica de la recesión, en la que la clave del éxito se centraba en la reforma estructural del mercado laboral. Mientras el resto de la Unión Europea y Estados Unidos observaban con estupor como la gran potencia se erguía como pionera del fin de la crisis y todas las miradas se volvían hacia ese nuevo modelo que llegaba para acabar con la peor pandemia de las sociedades desarrolladas: El desempleo.
¿En qué consiste el nuevo modelo laboral alemán?
Alemania elaboró una reforma laboral que parte de una premisa básica; el compromiso. Un compromiso entre los actores intervinientes: Sindicatos, trabajadores y empresa, que se convierte en condición sine qua non del éxito. Una vez alcanzado ese compromiso, compleja premisa para países con poca tradición histórica de acuerdos consensuados, la reducción de la jornada laboral y el complemento del estado en forma de subvención por las horas no trabajadas, son las claves de dicha reforma. Buenos resultados si tenemos en cuenta que todos ganan, para los empresarios el trabajo es más barato y para los empleados la pérdida de poder adquisitivo es compensada por el estado. Buenos resultados para sectores productivos.
La reducción de jornada es una opción que existe en todas las economías de la Unión Europea y también en Estados Unidos desde hace años, claro está que no se utiliza mucho debido a la fuerte pérdida de ingresos que supone para el empleado, pero -si se crean compensaciones complementarias- el escenario podría cambiar.
No cabe duda que el desempleo existente en los países de la zona euro y en Estados Unidos, responde más a un asunto de excesivo tamaño que a una falla en las normas sobre las que se asientan los mercados laborales.
Los años previos a la crisis económica supusieron una expansión global de las economías en todos los ámbitos. Obviamente algunos sectores como el financiero ostentaron el primer puesto del ranking en términos de crecimiento. Es más que evidente que mantener la “gallina de los huevos de oro” generando riqueza a pleno pulmón requería de expansión, inversión y crecimiento. Pero también todos los tentáculos dependientes del sector financiero experimentaron crecimientos desorbitados y ciertamente, los sectores productivos se beneficiaron de esa expansión generando la suya propia.
Estamos ante un momento en el que muchos sectores productivos han dejado de tener funcionalidad. Hoy no es necesario un sistema financiero como el existente en los países europeos o Estados Unidos, no se justifica y no genera más que gasto público, por ende, también sobran despachos de abogados especializados en el sector inmobiliario, promotores, notarios, inmobiliarias, tasadoras, agentes de la propiedad, constructoras y, una extensa y larga relación que continúa con centros comerciales destinados al hogar, expendedores de materiales para la construcción, servicio doméstico, etc.…Sectores cuya transformación al nuevo modelo productivo parece inviable y que amenazan con convertirse en tasas elevadísimas de desempleo estructural y sin salida que alimentan la economía sumergida y el gasto público.
¿Reformas o cambios? Conceptos distintos
Sinceramente creo, desde mi visión que estamos ad-portas de un cambio global, ninguna reforma laboral, fiscal o legal se convertirá en la panacea de un problema subyacente que hay que aceptar como única alternativa para iniciar la transformación; existe una sobre población a nivel macro y global y es tiempo de control.
Control demográfico por exclusión social, por desastres naturales, por pandemias… un control demográfico que implica la reducción hasta los niveles óptimos para que los sistemas puedan volver a caminar y, siento que la propia inercia de la evolución será la encargada de establecer los ritmos y fases de ese control. No, nada volverá a ser como antes de la crisis y el modelo alemán que permitió arrojar datos de crecimiento durante dos meses consecutivos y puso encima de la mesa un eventual cambio de tendencia en las políticas de los bancos centrales alertando a las sociedades sobre la “inminente retirada de las ayudas en pos de la liquidez y el inicio de un periodo de repuntes en los tipos de interés, parece estar perdiendo fuerza. ¿La razón?... simplemente somos demasiados.