Estados Unidos cerró su año fiscal con 1.4 billones de déficit
El gobierno de los Estados Unidos parece que ha dejado atrás las preocupaciones para la salida y recuperación de la crisis, y ha comenzado a debatir de forma interna sobre posibles soluciones para el enorme déficit que ha ido acumulando durante los últimos meses, debido a las nacionalizaciones de los bancos, las ayudas sociales y demás gastos inesperados que han ido surgiendo de forma repentina.
En este sentido, tanto el gobernante Partido Demócrata como el opositor Partido Republicano parece que están llegando a acuerdos a través de una serie de reuniones privadas para establecer nuevos aumentos impositivos y hacer hincapié en la necesidad de austeridad estatal.
Los republicanos han exigido, al parecer, abrir una comisión bipartita que trate sobre el tema en el Congreso, algo que ha molestado bastante a muchos miembros demócratas que, desde luego, no están dispuestos a ceder mucho terreno ante la oposición, ya que declaran podrían aprovechar para sacar beneficio electoral de los problemas generados por la crisis económica.
El problema surge cuando ambos partidos mantienen una posición de choque a la hora de ampliar los impuestos, recortarlos, o mantener el gasto social.
Mientras que los demócratas son partidarios de subir los impuestos y ampliar el gasto en ayudas sociales, los republicanos son totalmente reacios a ello y, en su lugar, promueven la vuelta al modelo de Reagan; menos impuestos y menos ayuda social favorecerán, dicen, la iniciativa privada y evitarán el parasitismo.
La principal causa del aumento imparable del déficit gubernamental se debe a los programas sobre medicina impulsados por la Administración Obama, que están haciendo aumentar los gastos a un ritmo muy rápido, tan rápido que la economía no crece al mismo nivel, ya que todavía está muy frágil y en niveles más bajos que hace una década.
Con este panorama, los demócratas se han puesto en las últimas semanas a trabajar en los nuevos presupuestos generales, que comenzarán a aplicarse a partir de febrero del 2011; por ahora los miembros del gobierno de Obama se han defendido ante los medios, aduciendo que en esos presupuestos ya no estará el problema de la crisis, porque la economía se habrá recuperado.
Sin embargo, los responsables de Sanidad han dejado entrever que habrá recortes en esa área, ya que es necesario, dicen, una política de austeridad para devolver al país la estabilidad habitual.
El ahorro que el gobierno tenía previsto en el área militar debido a la situación en Afganistán no ha sido posible, e incluso se ha comenzado a notar en las cuentas, la falta de miles de millones de dólares en ingresos por el impuesto de sociedades, a causa de todas las empresas que han ido desapareciendo a lo largo de la crisis.
Lo más probable es que se debata en el Congreso elevar el límite de la deuda, para que así el Departamento del Tesoro pueda seguir contratando préstamos y mantener el gobierno operativo. Esta propuesta será, seguramente, motivo de duros enfrentamientos entre demócratas y republicanos.
Algunos senadores demócratas se han dirigido en las últimas semanas a la Casa Blanca para presionar a Obama y lograr que se inicie el debate para reducir el déficit. Declaran que es un asunto de inmediata urgencia y que si no se trata antes del próximo año podría generar muchos más problemas de los que se espera al Estado.
En el mes de septiembre terminó el año fiscal en los Estados Unidos, un año muy negativo para la economía de la primera potencia mundial, que acumuló un déficit de 1,4 billones de dólares. Eso no es todo, ya que los principales analistas han declarado que el déficit que podría acumular el Estado durante los próximos diez años podría ascender a 9 billones de dólares.