Recuperación económica y coordinación de medidas de los Bancos Centrales
Políticas Low Cost en términos laborales para acabar con el desempleo estructural como en Francia, reformas laborales basadas en la reducción de jornadas con complementos subvencionados por el estado como en Alemania, inyecciones de liquidez a los distintos sistemas financieros… estrategias y más estrategias para acometer la recuperación de una de las mayores crisis económicas vividas cuyas similitudes con la Revolución Industrial son tan grandes que, ciertamente no podemos negar que estamos ante un inminente y global cambio de ciclo.
Una revolución en la que el “bien” se ha impuesto haciendo explotar en mil pedazos los intereses políticos, económicos, especulativos y abusos de poder de los últimos años
La revolución tecnológica llegó para quedarse, ahora la pregunta es ¿qué se hace con los efectos colaterales de la crisis que parecen no poder ser absorbidos por el nuevo modelo productivo?
No tengo muy claro, desde mi capacidad de análisis si la economía mundial comienza a recuperarse o si lo que sucede es que ciertamente comenzamos a ser concientes que, lo que queda es absoluta y globalmente, estructural.
Sea como fuere, el planteamiento es de recuperación y mejor así, partamos de una vibración en unión con las leyes del universo y haciendo uso exhaustivo de la Ley de la Atracción, hablemos de recuperación económica y en ese punto de partida, otra pregunta ¿cuáles son las estrategias para afianzar la recuperación?
O mejor planteado aún, ¿cuándo las políticas fiscales, económicas, políticas y sociales comenzarán a revertir las medidas tomadas durante el último año de forma temporal y coyuntural? Y ¿la vuelta a la normalidad se hará coordinadamente como se acometieron las medidas anticrisis?
Las señales parecen claras. Durante los últimos diez años -ya que la crisis no comenzó con Lehman Brothers- Bancos centrales han mantenido tasas de interés oficial negativas como Suecia, la Reserva Federal por su parte multiplica su balance por 2,5 comprando activos, que permitan sanear el sistema financiero en Estados Unidos, sin entrar a desgranar el endeudamiento en el 10% de las economías y todas las medidas que se analizan con el fin de reactivar la demanda y el consumo que no salen de su estado de hibernación.
Mientras el Fondo Monetario Internacional y el G20 insisten en la debilidad de la recuperación de las economías y en su recomendación de mantener las ayudas a fin de evitar errores conocidos históricamente, como los cometidos en la crisis del 29 o la crisis de Japón de hace diez años, debemos ser concientes que la subida de todos los activos económicos, bolsa, oro, petróleo, etc. nos recuerda que los comienzos de la crisis se produjeron con políticas de tipos de interés bajos que alentaron la formación de burbujas en los mercados.
Por lo que no debemos perder de vista que el costo de la deuda y la expulsión de las inversiones privadas o lo que en economía se conoce como “efecto Crowding-out” pueden derivar en situaciones demasiado complejas para alentar la recuperación.
En Europa, algunos países desesperados como Irlanda y España acometen una reforma fiscal igualmente desesperada, como única alternativa para reducir el déficit público. En Australia e Israel, por su parte, los Bancos Centrales suben los tipos de interés. Y la Reserva Federal comienza a autorizar la venta de títulos a los bancos con compromiso de recompra a plazo.
Herramientas dispares y poco coordinadas con las que las economías comienzan a evaluar la forma de limitar las inyecciones de liquidez a los mercados.
Fiscalmente hablando, lograr actuaciones coordinadas no parece muy viable a menos que los Bancos Centrales se pongan de acuerdo y establezcan estrategias concordantes en sus tipos de cambio.
Mientras Estados Unidos y Europa ensayan, Asia y sus mercados realizaron una intervención de los bancos Centrales de Singapur, Corea del Sur y Taiwán, comprando dólares para lograr frenar la depreciación global del dólar que produce un daño muy fuerte en sus exportaciones, fuente principal de ingreso y crecimiento para las economías asiáticas.
China por su parte lucha contra la pérdida de la competitividad que se produce por la depreciación del dólar en una contienda Estados Unidos-China en la que el euro y las monedas asiáticas van perdiendo fuerza.
Las diferentes apreciaciones y depreciaciones de las divisas son la clave del desequilibro político a medio plazo, una situación que pone de manifiesto que ninguna economía está dispuesta a coordinarse si ello supone renunciar a las exportaciones.
El más claro ejemplo de esta situación la vemos en que en un escenario de dólar debilitado, el gobierno estadounidense parece sentirse cómodo con la caída de su moneda ya que compensar la demanda externa minimiza la débil situación del consumo interno.
No cabe ninguna duda, tras evaluar la situación económica global de forma independiente que la Reserva Federal comenzará a revertir las medidas adoptadas para enfrentar la crisis. El Banco Central Europeo ya ha anunciado que empezará a retirar las inyecciones de liquidez a los bancos y que comenzará con una subida de tipos de interés que situará el tipo oficial de la zona euro en un 2% en 2010 en función del comportamiento de la inflación.
Parece complejo por lo tanto plantearse un escenario de coordinación en el que todas las economías caminen en conjunto en pos de un escenario de equilibrio basado en la recuperación del consumo, la reactivación de la demanda, el control de la inflación y la generación de riqueza necesaria para reactivar los distintos mercados laborales.