Cómo convertirnos en líderes
Ser un líder no es fácil, pues no basta con ser talentoso e inteligente, sino que se requiere un alto nivel de inteligencia emocional.
Ser un líder no es fácil, pues no basta con ser talentoso e inteligente, sino que se requiere un alto nivel de inteligencia emocional.
El concepto de “líder” ha provocado más de una disputa entre quienes sostienen son personas altamente calificadas, inteligentes y equilibradas, respecto de aquellos que piensan no necesariamente se tiene que ser tan inteligente, equilibrado o calificado. La disputa gira en torno a realidades que se han visto en el mundo de los negocios, donde hay personas que aun cuando son extremadamente inteligentes y talentosas, han sido promovidos a puestos donde tienen que liderar y han fracasado. Por el contrario, hay quienes no siendo tan inteligentes ni tan talentosos, triunfan como líderes y elevan todo su potencial.
Como primer apronte al tema podemos decir que la elección de un líder, hasta ahora, sigue siendo un arte más que una ciencia, pues los parámetros de los que podríamos valernos para escoger a la persona adecuada en la realidad no siempre resultan ser lo mejor. A esto debemos agregar que hay distintos tipos de líderes, los hay analíticos o tenues, mientras que otros son extremadamente extrovertidos y escalan con rapidez a la cima de la carrera. A lo recién manifestado podemos agregar más ingredientes desde la perspectiva de las empresas, pues cada una necesita un determinado líder con más o menos autoridad o sensibilidad.
Buscando el punto en común de los grandes líderes
Si ya sabemos que encontrar personas que sean buenos líderes no es fácil y que además cada situación requiere de un líder distinto ¿Qué podríamos decir es un elemento en común en ellos? Para Daniel Goleman, creador del término “inteligencia emocional”, lo que todo líder necesita es ser emocionalmente inteligente. Goleman reconoce que la inteligencia intelectual y el talento son requisitos que no se tranzan en la actualidad cuando hablamos de puestos de importancia, pero advierte no resulta una “condición” suficiente para ser un líder, mientras que la inteligencia emocional sí lo es.
Goleman es explícito al señalar que una persona puede ser extremadamente talentosa e increíblemente inteligente, ser incisiva, tener ideas brillantes y ser muy analítica, pero aun así no ser un líder.
Si bien es cierto la inteligencia emocional hasta ahora no pasa de ser tratada como un concepto prescindible en el mundo de los negocios, hay pruebas fehacientes respecto de la importancia que tiene en este ámbito y de la diferencia que plasma en diferentes líderes. El cuestionamiento que todos nos hacemos respecto del tema es ¿Cómo podemos reconocer esta inteligencia en nosotros? ¿Cómo podemos saber si alguien es emocionalmente inteligente? Para hacer un apronte, podemos decir que parte de sus componentes son: conciencia de sí mismo, auto regulación, motivación, empatía y habilidad social.
Componentes de la inteligencia emocional
Conciencia de sí mismo
Consiste en la habilidad de reconocer y entender nuestros caprichos, emociones y conductas, así como también en la forma que afectan al resto.
Seguridad en sí mismo, auto valoración realista y humilde sentido del humor.
Auto regulación
La habilidad de controlar o redirigir impulsos quebrantadores y caprichos. Propensión a suspender cualquier tipo de juicio. Pensar antes de actuar.
Honradez e integridad; comodidad con ambigüedad; mantenerse abierto a los cambios.
Motivación
Pasión por el trabajo por razones que van más allá del dinero o el status. Propensión a perseguir objetivos con energía y persistencia.
Fuerte dirección hacia el optimismo, incluso frente al fracaso del compromiso organizacional.
Empatía
La habilidad para comprender el lado emocional del resto de personas. Talento en el trato hacia las personas de acuerdo a las reacciones emocionales que tengan.
Experiencia en la construcción y retención de talentos; sensibilidad cultural cruzada; servicio al cliente y clientes.
Habilidad social
Habilidad para administrar relaciones y crear redes. Una habilidad donde se encuentran puntos en común y se construyen relaciones.
Efectividad en el liderazgo hacia el cambio; persuasión; experiencia en la construcción y liderato de equipos.
En nuestro próximo artículo “Evaluando la inteligencia emocional”, complementaremos la información entregada en este artículo conforme lo señalado por Daniel Goleman.