Ideas de izquierda: populares, pero fracasadas
Las ideas de izquierda basan su popularidad en las creencias y los mitos, razón por la que fracasan en la realidad concreta.
Las ideas de izquierda basan su popularidad en las creencias y los mitos, razón por la que fracasan en la realidad concreta.
La derecha peruana y el sector empresarial concluyen erróneamente que el comportamiento del ser humano se define sólo basándose en incentivos. No ponderan el rol de las ideas, mitos y creencias como factores decisivos de la conducta humana. Dichos mitos y creencias son elementos que se transmiten a través de la cultura.
Como destaca Yuval Noah Harari en su libro “Homo Sapiens”, la evolución del lenguaje como elemento cultural ha sido el mecanismo para transmitir información de diferente índole, e incluso “de cosas que no existen en absoluto”. A través de dicho mecanismo, se logra sesgar de alguna manera nuestras decisiones y preferencias.
Por otro lado, la izquierda peruana comprende la importancia de estos mitos y creencias que, en conjunto con las ideas, sirven de herramienta política para proponer su agenda. Por esa razón, la izquierda puede defender el éxito de una determinada política pública a pesar que evidencia cuantitativa indica lo contrario.
Complementando lo antes mencionado, la derecha hace lo suyo para que la izquierda tenga éxito en la promoción de sus ideas. En primer lugar, cataloga los conceptos de izquierda como trasnochados, y asume que sus defensores son un puñado de nostálgicos defendiendo ideas derrotadas. En segundo lugar, la derecha califica la actividad intelectual como inútil y poco productiva. Como resultado, dichos sectores le destinan muy poco tiempo y escasos recursos al desarrollo de las mismas, dejando el espacio libre a intelectuales de izquierda. Por tal motivo, es un despropósito pensar que el incremento en el consumo de bienes, o el progreso de indicadores macroeconómicos y de desarrollo social, son suficientes para transmitir ideas como libre mercado, libertad, propiedad, entre otras.
Para revertir tal situación, se debe consensuar que los proyectos políticos descansan en las ideas y que estas tienen que ser defendidas, ya que es ahí donde se gana el apoyo de la mayoría. Adicionalmente, la derecha tiene una enorme ventaja respecto a la izquierda; tiene al empresariado de su lado y, a través de ellos, se puede obtener un financiamiento serio y sistemático para el desarrollo de ideas y difusión de las mismas. No obstante, es imprescindible dar forma a un concepto que comprenda las ideas de derecha, que sea fácil, simple y afín a la mayoría de la población peruana. Una humilde propuesta podría ser el concepto de libre emprendimiento, debido a que busca aglutinar conceptos de derecha que pueden calar profundamente en la mayoría de la población.
La izquierda caricaturiza al empresario peruano como una persona desalmada, abusiva y con muchos recursos; nada más alejado de la realidad. Muchos de ellos luchan día a día para sacar sus negocios adelante, muy a pesar de todas las trabas regulatorias que existen por parte del Estado.
En el intento dogmático de lograr una mejor sociedad a través de una mayor intervención estatal, terminan, sin darse cuenta, favoreciendo al gran capital. Solo estos últimos pueden asumir con holgura los costos de la sobrerregulación, dejando en una situación de desventaja al empresario esforzado.
Como consecuencia de lo anteriormente mencionado, se genera un cómodo oligopolio de unos pocos. Por ende, el Estado, que tanto defiende la izquierda, termina convirtiéndose en el socio estratégico de las grandes corporaciones, perjudicando a la iniciativa privada y emprendimiento de pequeños y medianos empresarios; quienes luchan día a día para llevar dinero a sus hogares.