Productividad, organice su cuerpo y su mente
Antes de entrar de lleno en el análisis de las variables con las que cuenta todo ser humano para aumentar su productividad, tanto en términos de emprendimiento y empresa, como en su faceta más personal e íntima, conviene analizar un término muy relacionado y, también, muy en desuso tras la época de la “vida fácil” previa a este ciclo crítico que vive el planeta. Hablamos del esfuerzo. Un valor intrínseco al ser humano, esfuerzo, constancia, voluntad y valores..., de nuevo.
Sin olvidarnos que la crisis global del siglo XXI ha puesto de manifiesto principal y casi exclusivamente a través de la economía y las finanzas, una falta total de valores inherentes a la convivencia y el orden social, el análisis del esfuerzo y la voluntad se hace imprescindible si pretendemos desgranar los entresijos de la productividad y analizar las variables de las que dispone nuestro triángulo, cuerpo-mente–espíritu, para aumentarla.
Dinamismo y objetivos
Volatilidad y dinamismo son las premisas básicas sobre las que se asienta el devenir de la vida. Muchos objetivos de los que el ser humano se propone se logran sin mucha dificultad, principalmente, aquellos que tiene que ver más con lo cotidiano que con los objetivos intensos arraigados a los valores humanos.
Resistencia al esfuerzo y pérdida de oportunidades
Uno de los mayores hándicap a los que se enfrenta el ser humano en su búsqueda constante por la consecución de los objetivos perseguidos, es la resistencia al esfuerzo, la procrastinación –propia del ser humano como individuo- y propia también de la tecnología en su faceta más explícita de “facilidad de acceso”. Sin embargo, si nos retrotraemos en la historia a las civilizaciones y culturas –algunas de ellas muy avanzadas, como la romana- nos podemos dar cuenta que existe una ley en nuestra convivencia con el universo: “Para recoger… hay que sembrar”.
Analicemos a los grandes genios, genios con una cualidad única… su inteligencia algunos, su capacidad de creación otros, inmensamente polifacéticos pero… la mayor parte de ellos, profundamente desorganizados. Si bien es cierto que la repetición ha puesto de manifiesto uno de los grandes mitos de la humanidad relativo a que los seres más creativos e inteligentes son profunda y profusamente desorganizados, esto no tiene por qué ser así.
Minimizar la excentricidad y fomentar la humildad
Una de las primeras características a minimizar si se quiere aumentar la productividad, especialmente en el ámbito del emprendimiento, es la excentricidad, ésta minimiza la capacidad de adaptación y aprendizaje y por lo tanto, cierra las puertas a nuevos caminos y nuevas formas de organizarse.
El fomento de la humildad en términos de productividad y la erradicación de esa creencia tan habitual de “saber más que nadie” son fundamentales para preparar nuestra mente para el nuevo objetivo a lograr: Aumentar la productividad.
Pasos para lograrlo
Como cualquier aprendizaje de la vida, es conveniente plantearlo en términos de esfuerzo, no va a resultar fácil si tiene tendencia a la procrastinación, convertirse de un día para otro en un ser organizado y brillante en términos de productividad pero, puede lograrse.
La mente lo primero
El primer objetivo es preparar la mente, si hacemos un símil con la erradicación del nocivo vicio del tabaco, podemos establecer que, uno de los primeros pasos que hay que dar para lograr un objetivo cuyo camino hasta su consecución no va a estar carente de esfuerzo, es querer hacerlo.
Prepare su mente, logre que las razones que tiene para emprender esa actividad y los subobjetivos que irá logrando tengan el "peso específico" suficiente como para inclinar la balanza de su mente hacia la línea de meta.
El cuerpo
Una vez preparada la mente, sin ninguna duda le sigue el cuerpo. Cuando no se ha sido productivo, cuando la excentricidad ha podido con usted, cuanto ha vivido toda una vida procrastinando libremente, el cuerpo –al igual que cuando no se ejercita- se atrofia, el cansancio se apodera de uno mismo, la vista se agota, la espalda comienza a doler y se presentan neuralgias, sueño y necesidad de alimentarse permanentemente como forma de dispersarse. No se deje vencer. Establezca un procedimiento realista para su cuerpo.
Le damos algunos consejos para preparar su cuerpo en pos del aumento de la productividad, pensando en una actividad que depende de usted mismo, emprendedores, innovadores, mono empresarios, teletrabajadores, etc.… que, sin duda son los que mayor esfuerzo por implementar un método y huir de la procrastinación, van a necesitar.
- Levántese todos los días a la misma hora. Tenga ganas o no
- Quiérase antes de exigirse. Tome un buen desayuno, dese una ducha y siéntese a trabajar
- Establezca períodos cortos para comenzar. Es fundamental que le supongan un esfuerzo, pero también lo es que sean alcanzables ya que, de no ser así, la desidia y la frustración acabarán con usted y destrozarán a su espíritu
- Planifíquese. Como en toda empresa que se precie, la planificación es fundamental y, en el ámbito de la productividad, no lo es menos. Debe establecer objetivos a corto plazo, semanales por ejemplo y hacer los esfuerzos necesarios para lograrlos. La consecución de los objetivos parciales o subobjetivos establecidos dentro de su planificación, le alentarán e incrementarán sus niveles de adrenalina, una de las responsables del esfuerzo y, por lo tanto, del aumento de la productividad
El espíritu
Llegamos a la recta final, nuestra mente se preparó y nuestro cuerpo fue ejercitándose poco a poco alentado por la elevación de los niveles de autoestima. Cumplió su planning y vio los frutos de su productividad en sus objetivos parciales. Logró dejar de procrastinar en el tiempo que usted dedicó a su productividad. Felicidades… su espíritu también está listo, no existe nada en el mundo que alimente más al espíritu que el bienestar de la mente y el cuerpo.
Ahora y para concluir, solo un consejo más… no se olvide de la constancia, ella, es la responsable del hábito y él, el máximo generador de la productividad.