Empezar un negocio propio

Ser independiente no es tan fácil como se ve a simple vista, pues se sostiene sobre los hombres la responsabilidad de hacer las cosas y de que éstas funcionen.

Emprendimiento
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Decir adiós a nuestro antiguo jefe y comenzar un negocio propio es casi una regla que viven todos los jóvenes profesionales de las últimas décadas, atrás quedó la idea de hacer carrera pues ya todos quieren llegar más lejos y de forma más rápida. Actualmente nadie quiere pasar meses detrás de un escritorio para besarle los pies al jefe y ver si tiene posibilidades de ascender algún día.

Aunque parece fácil independizarse a buenas y primeras, hay que tener en cuenta que no basta con tener una buena idea en la cabeza para capitalizar todo el deseo de surgir que se tiene por cuenta propia, hace falta determinación, hacer sacrificios y atreverse a aceptar la responsabilidad de tener el destino de cada quien en sus propias manos ¿Te atreves a asumir ese riesgo?

Gracias a la explosión de Internet no es realmente difícil llegar a convertirse en empresario, pero como ocurre con todo tipo de cosas, lo bueno viene aparejado de cosas malas y una de ellas es el hecho de haber demasiadas personas que se juran empresarias y enturbian el ambiente en el que tratamos de desenvolvernos.

Fallar, lo primero para lo que hay que estar preparados

Lo primero que tenemos que tener en mente es que las cosas no son tan fáciles como se ven, por lo que hay que conocer las estadísticas de fracaso en lo que emprenderemos para así estar preparados para lo que venga y tengamos – ojalá – una rápida capacidad de reacción.

Hay que tomar en cuenta que el 80% de los negocios que se emprenden fracasan en los primeros cinco años de rodaje, por lo que el peor de los enemigos que tenemos al comienzo somos nosotros mismos. El estrés de dejar nuestro “seguro” puesto de trabajo para convertirnos emprendedores de lo incierto muchas veces, puede que no sea una idea que a ratos se nos haga placentera, pues hace falta harto tiempo para conducir un BMW y tener una agenda apretada que organizar en la BlackBerry.

La libertad de no tener que responderle a nadie sobre lo que hacemos es seductor, pero también debemos considerar que hay una responsabilidad más grande sobre nuestros hombros al dirigir nuestra propia empresa, pues si no lo hacemos nosotros, no lo hará nadie.

Obsesionarse con las ideas que podamos tener puede ser el comienzo del fin, por ello hay que considerar que “el conocimiento es poder”, y por esta sencilla razón tenemos que empaparnos lo más que podamos en lo que trabajamos, cómo funciona, qué no funciona y qué está haciendo la competencia.

De acuerdo a estadísticas de Dun & Bradstreet, el 90% de los pequeños negocios fracasa por una administración mediocre ¿Quieres formar parte de esta estadística también?