Convencer al resto de nuestras ideas

Tener una buena idea es perfectamente posible, sin embargo, es natural encontrar resistencia en el camino por lo que conviene seguir algunos consejos para evitarlo.

Convencimiento
Convencimiento

En la vida lo normal es sospechar de las ideas que proponen otros por las posibles “intenciones ocultas” que guardan al proponer que hagamos algo determinado, y es que sin importar lo altruistas que puedan ser lo normal es que el resto siempre pida que se haga algo para conseguir de ello algún tipo de beneficio ¿No es así? No, la verdad es que no es siempre así.

Existen algunas personas que proponen ideas por el bien común y no tienen ningún tipo de “interés” personal en su consecución, por ello es preciso aprender cómo convencer al resto sobre nuestras ideas cuando no hay una intención de beneficio personal de por medio, de otra forma sería manipulación. Lo que proponemos en este artículo en suma es superar la “resistencia” que la gente comúnmente interpone cuando surgen buenas ideas por medio de la motivación.

Si queremos convencer a las personas de hacer nuestras ideas lo primero que tenemos que tener en cuenta es dejar las emociones en casa, pues lo que la gente cree son los fríos números que marcan estadísticas y sirven para ser utilizados como vaticinadores de tenencias. El problema que tienen las emociones versus las estadísticas es que nadie quiere arriesgarse a equivocarse por “sentimientos”, sino más bien acotan los riesgos apostando por tendencias.

Búsqueda de estudios de investigación

Cuando tenemos una idea lo primero que debemos hacer es buscar si existe algún antecedente que pueda ser utilizado por terceros para demostrar que lo que queremos no es viable, pues de esa forma sortearemos inconvenientes antes de que se materialicen.

Un claro ejemplo de lo anterior está en el caso que queramos proponer “diversificar” el rubro al que nuestra empresa se dedica, pues si existen precedentes que demuestren ha pasado otras veces con pésimos resultados, seguramente obtendremos una negativa inmediata. Por el contrario, si encontramos casos que si demuestran tenemos la razón en la idea que proponemos, entonces podemos usar dicha información para “respaldar” nuestra acotación con algo fáctico y no una corazonada.

Hacer un análisis de costo y beneficio

Una vez que hayamos averiguado si la idea que tenemos se ha hecho con anterioridad y el impacto que genera en las personas o empresa, es preciso que nos dediquemos a trabajar en la panilla de cálculo que demostrará por qué vamos a hacer lo que queremos hacer. Siempre hay que considerar que hay cientos de ideas que lucen “atractivas” cuando se dicen de la boca hacia afuera, pero las cosas cambian bastante cuando se analiza matemáticamente el impacto que tendrá sobre nuestros activos.

Cuando hacemos un estudio de costo beneficio los dos elementos que marcan la diferencia entre una buena y una mala decisión son la información y la inteligencia.

Ejecutar el plan con alguien

Antes de entrar en la junta directiva y exponer nuestro puesto de trabajo con una idea “propia” y quizá revolucionaria, lo mejor que se puede hacer es conversarla con gente de confianza y hacer una simulación al respecto, pues de otra forma puede que nos obnubilemos con nuestro deseo de aportar una idea única y que terminemos enfrascados en el peor de los errores.

En un próximo artículo continuaremos entregando consejos para hacer que el resto nos apoye en las ideas que sugerimos.