Chile o el capitalismo 2.0
Economías globales y sostenidas, aquellas en las que las variables individuales que se interrelacionan dando lugar a escenarios macroeconómicos de crecimiento, desarrollo y evolución… Esta podría ser, sin ninguna duda una definición perfecta de la sutil línea que diferencia las sociedades de las economías. Estamos, ciertamente acostumbrados a dar como válida una deformación de la teoría macroeconómica en su más pura esencia.
Economías globales y sostenidas, aquellas en las que las variables individuales que se interrelacionan dando lugar a escenarios macroeconómicos de crecimiento, desarrollo y evolución… Esta podría ser, sin ninguna duda una definición perfecta de la sutil línea que diferencia las sociedades de las economías. Estamos, ciertamente acostumbrados a dar como válida una deformación de la teoría macroeconómica en su más pura esencia.
La economía es una ciencia que estudia variables que, relacionadas entre sí producen situaciones distintas en términos de crecimiento, no es, sin embargo, a pesar de lo asumido de forma global, una ciencia que se centre en las sociedades ni su bienestar, el bienestar social es otro concepto, un concepto híbrido entre la política de los estados y la incidencia de los distintos escenarios económicos sobre la calidad de vida de las sociedades.
Diferentes modelos económicos actuando en la misma base del marco del sistema capitalista, en el que conviven la empresa privada y el estado, pero con diferentes políticas económicas adoptadas. Esto es, distintas formas de interrelacionar los conceptos económicos simples entre sí, para lograr un resultado u otro.
Mientras una economía como la española sufre los profundos daños colaterales de un crecimiento sustentado sobre un bien no eficiente -al igual que las economías estadounidenses y gran parte de las economías europeas en la actualidad- las economías latinoamericanas han seguido otras tendencias.
Tenemos el caso de Uruguay que, basa su crecimiento sostenido y sustentable en su capacidad para generar servicios de calidad y convertirse en destino perfecto de capitales extranjeros cuyo eje empresarial se centra en la promoción, implantación y expansión de los nuevos modelos productivos basados en las nuevas tecnologías.
Y, tenemos el caso de la economía chilena, una forma muy sui géneris de combinar los elementos, las inversiones y, en definitiva, el dinero, para logar un crecimiento sostenido y eficiente; Chile hoy, es una potencia económica en expansión.
No estamos hablando de la sociedad chilena, de su sistema educativo, sanitario o bienestar social que, si bien son claros indicadores de desarrollo, no lo son en términos de crecimiento.
Los últimos datos del Banco Central de Chile arrojan un crecimiento durante la recta final del año 2009 del 2,1% y, las perspectivas para 2010, sitúan a Chile en la misma senda que Uruguay, acumulando crecimientos que oscilarán entre el 3,5% - 4,4%.
Uno de los conceptos económicos que mejor refleja el crecimiento económico de las economías es el Producto Bruto Interno que, en el caso de Chile desciende un 1,5%, propiciado por la crisis económica internacional ante la caída de la actividad con las economías en crisis.
El crecimiento interno aún es débil ya que la demanda de las familias continúa en situación de contracción económica, a medida que se incrementa la tasa de endeudamiento familiar.
Los datos inflacionarios sitúan el índice de precios al consumo en un 2,6% para 2010 y un 3% para 2011, lo que, sin ninguna duda, habla de una economía en crecimiento, precios que suben ante demandas ascendentes.
Ante estas previsiones, es más que probable que la política adoptada por el Banco Central de Chile, en términos de tipos de interés oficiales no varíe hasta comienzos de 2010, donde se situaría en el 2,25% y, si las tendencias de crecimiento se mantienen, podría llegar al 5% a finales de 2011.
Capítulo aparte en las proyecciones de crecimiento de la economía chilena es el tipo de cambio con el dólar, que terminará el año en un valor cercano a los 525 pesos, para situarse en 540 en el año 2011 y, cercano a los 550 pesos chilenos en los dos años siguientes.
Otra variable económica que arroja datos de crecimiento sostenido en la economía chilena es la balanza comercial; en Chile existe un superávit comercial de 9.899,4 millones de dólares acumulados desde comienzos de 2009 y hasta finales de octubre, una cifra que supone un 12,7% más que en 2008. Este dato en economía es muy relevante ya que nos habla de una situación en la que se vende más de lo que se compra al exterior, las exportaciones, por lo tanto, representan un porcentaje mayor que las importaciones, lo que obliga al mantenimiento de una producción sostenida que deriva en generación de empleo.
Y como colofón a un proceso de expansión y crecimiento consolidado tenemos el dato de inversión chilena en el exterior cuyo crecimiento fue del 320%. De acuerdo a los datos de la Cámara de comercio de Santiago, más de un 65% de la inversión total en el extranjero se produce por la compra de activos en Brasil, otra de las economías del continente en situación de expansión sostenida. El resto de las inversiones, se producen por las compras de empresas en el exterior, compras centradas en los sectores de comercio, innovación, desarrollo, nuevas tecnologias y proyectos de emprendimiento en el ámbito de la eficiencia energética.
América Latina recibió un 97% de los recursos chilenos mientras Estados Unidos recibió el 1%, Europa otro 1% y, el 1% restante, se repartió entre África y Asia.
Con estas proyecciones no es de extrañar que se perfilen movimientos migratorios importantes provenientes de Europa, que se centren en la inversión en el país, principalmente en servicios financieros y tecnológicos, consolidando así la senda de crecimiento sostenido que, pese a las múltiples crisis que Chile ha debido sortear desde 1982 a la fecha, han hecho de este país un paradigma del capitalismo 2.0.