El baile de Obama

Esperemos que el baile de Obama tenga un buen paso para América Latina

Gestion de Obama
flickr.com
Obama en Denver

La inesperada demostración de las habilidades de bailarín de Barack Obama, fue uno de los momentos más significativos de la “Noche Latina”, el evento del pasado 14 de octubre que reunió en la Casa Blanca a algunos de los más reconocidos artistas hispanos. Allí, el mandatario estadounidense bailó por 10 segundos con la cantante Thalía el tema "Amor a la Mexicana", cuyo festejo marcó el epílogo de los eventos con motivo del Mes de la Herencia Hispana.

Pero, a un año de la victoria de Barack Obama como el 44º presidente de los Estados Unidos, ¿Continúan altas las expectativas respecto a las relaciones de Estados Unidos con América Latina ? O, en cambio, ¿Han devenido en un creciente desengaño respecto al lugar que ocupa nuestra región en la agenda de prioridades internacionales? Para los entendidos, Obama podría perder el paso en su baile si no brinda medidas concretas y efectivas que fortalezcan, profundicen y amplíen las relaciones entre América Latina y su vecino del norte.

Recordemos : El 4 de noviembre del 2008, Obama llegó a la Casa Blanca con un 52,9% de los 131 millones de votos emitidos. Su victoria produjo un enorme entusiasmo en la población joven, los hispanos,negros y los demócratas en Estados Unidos. Sin duda que ante la crisis económica que había golpeado al país y las complicaciones de la guerra en Irak, el cambio de liderazgo en la Casa Blanca se percibía como una inmejorable oportunidad para recomponer deterioradas relaciones con países aliados y amigos.

Pero al cumplirse un año de esa histórica elección, Obama tiene sus propios problemas en casa como la lenta recuperación económica, la polémica sobre la reforma al sistema de salud y las complicaciones de las guerras en Irak y Afganistán. Es por ello que el mandatario estadounidense prioriza urgencias y se concentra en los temas más relevantes. Y al hacerlo, inevitablemente, América Latina ha quedado rezagada en la lista de prioridades.

Y si bien es cierto que se generó gran expectativa del primer encuentro de Obama con los líderes de América Latina en la Cumbre de Trinidad y Tobago en abril de 2009 -cuando el presidente Chávez le ofreció amistad y le regaló un popular libro en español- las relaciones entre Obama y los líderes de la región no parecen haberse consolidado.

Lo que se percibe es que hasta el momento Obama no ha convertido a Latinoamérica en una de sus principales prioridades de política exterior, ni es probable que lo haga. Seamos sinceros; no tiene toda la culpa. Tiene una gran piedra en el zapato para concentrar su energía en revertir la crisis económica que heredó, y la de formar su propio equipo para Latinoamérica porque senadores conservadores del partido republicano le han bloqueado la confirmación de su nominado, Arturo Valenzuela, para el cargo de Jefe de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado.

Por lo que se ha visto desde que asumió la presidencia el 20 de enero de este año, es que su gobierno utiliza a Colombia y México para contrarrestar la pérdida de influencia en la región. Y es que mediante el refuerzo de los poderosos ejércitos de ambos países, realza considerablemente el potencial para intervenir en los asuntos de otros países en la región, como sucedió con el Golpe en Honduras.

Ante todo lo expuesto, ¿Qué hace Latinoamérica por ganarse la atención de Estados Unidos? ¿Qué ofrecemos para que el Tío Sam se interese en mirarnos? No nos engañemos : nuestra región juega un papel bastante marginal en la política exterior norteamericana y no vemos razones para que, en este momento, ese eje se cambie radicalmente.

Pero no debemos sentarnos con los brazos cruzados a esperar el llamado de Obama y escuchar qué nos dirá en la próxima Cumbre de las Américas. En lugar de eso debiéramos construir puentes de acercamiento y pensar en qué le vamos a ofrecer a Washington y cómo lo invitamos a ser socio en nuestro desarrollo. Esperemos que esta vez el baile de Obama tenga un buen paso.

-Pedro Orrego