Fisgoneando en el sistema de salud cubano
La cúpula dirigente de Cuba se ha vanagloriado por más de 50 años de su sistema de salud pública, basándose sobre todo en los resultados que se han obtenido en indicadores clave como (mortalidad infantil, esperanza de vida, habitantes por médico, etc.), sin embargo en los últimos 10 años, pese a que estos indicadores continúan estando ubicados entre los primeros a nivel mundial, existen algunas incongruencias y tendencias que, aunque no es alarmante, comienzan ya a dar dolores de cabeza al gobierno y crear ciertos disgustos a la población.
Y es que el sistema de salud pública cubano se ha desangrado poco a poco debido, sobre todo, a la “ayuda” a otros países, principalmente, los pertenecientes al ALBA, que según datos oficiales del gobierno (2007) de los 488 767 trabajadores cubanos de la salud, el 6,9% (33 724) cumple misiones internacionalistas y de los 71 489 médicos laboralmente activos en el país, el 26 % (18 587) participa en 6 programas de cooperación en el exterior, que indiscutiblemente ha mellado uno de los pilares principales sobre los que se basa el sistema socialista cubano: la gratuidad de los Servicios de Salud.
Sin embargo, contrariamente a lo que se piensa y se divulga (calla) por los medios cubanos, existen aspiraciones y contradicciones entre todos los involucrados: El cooperante, la población y el gobierno; que han traído consigo una reformulación no sólo del sistema de salud cubano, sino que han comenzado a deteriorar aún más los valores morales, que han sido la base del discurso político dentro de isla por más de 50 años.
Los cooperantes, que es el nombre con los que se ha identificado al personal médico (se incluye además, el sector de la educación, deportes, etc., pero es este el más numeroso), que prestan servicios en estos países, se han visto en la difícil necesidad de aceptar estas tareas (misiones), sobre todo para paliar las grandes necesidades financieras que presentan la gran mayoría de ellos en Cuba, y esta se ha convertido en la última década, en la única oportunidad de los trabajadores de este sector en “materializar” sus sueños.
La tarea en cuestión conlleva -como siempre sucede en la isla- enormes sacrificios, pero esta vez, como sucedió en Angola y otros países del África, la exigencia es dejar atrás a sus familias (esposo/a, hijos, padres) por períodos entre los dos a cinco años, exponiéndose a la violencia reinante en los barrios marginales de estas ciudades, o los peligros de las selvas, que son los destinos principales dónde son ubicados los médicos cubanos. A esto se le une los altos riesgos de contraer enfermedades infecto-contagiosas como la malaria, que luego de no reportarse casos por algunos años dentro del país, comienzan a ser importados desde estas regiones.
El cooperante, pese a los altos riesgos mencionados anteriormente, y de dejar a padres enfermos y/o pequeños hijos, es capaz de doblar turnos de guardia o recibir compensación monetaria por los médicos de estos países por trabajar en sus clínicas privadas en su tiempo libre, y de paso ganar mucho más que lo que se le paga oficialmente (convenido entre Cuba y el país en cuestión); lo que demuestra lo productivo que es el cubano cuando tiene un incentivo real: El dinero.
El gobierno es el máximo beneficiario con la participación de estos especialistas en otros países:
- Primero por los pagos irrisorios a los involucrados por estos servicios (pero considerablemente altos, en comparación a los percibidos en Cuba) limitándolos además, a sólo una visita anual a sus familiares
- Compra a precios preferenciales de materias primas que son necesario para el desarrollo en la isla (petróleo venezolano)
- Apertura de nuevos mercados para los productos cubanos
- Altos precios por los “estímulos” que le son otorgados a los cooperantes al regresar de la misión (autos de segunda y descontinuados entre los 5 mil y 7 mil CUC (1 CUC=1.20 USD) o sea, entre 7.000y 8.400 dólares
- Viviendas de 8.500 dólares
- Obligatoriedad de depositar el dinero en bancos cubanos, que puede ser entendido de dos formas: a) contar con activos financieros para las distintas transacciones internacionales y b) embargar estas cuentas en caso de que alguno desee desertar
Pero sin lugar a dudas el éxito mayor de esta nueva estrategia cubana está asociado a la política exterior, que transicionó de la posición militarista de las décadas de los 60 y 70 a ésta que, indudablemente, les ha proporcionado mayores beneficios (recordemos las últimas reuniones de la OEA), además de servir para afianzar en el poder a los partidos de izquierda dentro de cada uno de los países donde se encuentran laborando cooperantes cubanos.
Pese a que estos convenios de cooperación han permitido la rehabilitación de la deteriorada infraestructura de salud del país, han traído consecuencias visibles; que van desde una mala planificación, (reparación al unísono de casi el 100% de los hospitales y/o policlínicos, que dicho sea de paso, con una muy mala calidad, admitido incluso por los medios de difusión masiva) hasta las afectaciones o apreciación de la población de este nuevo engendro de la política (interna) cubana actual. Estas afectaciones pueden ser agrupadas en dos puntos de vista:
- Directo:
- Disminución sustancial en el número de consultas efectuadas (60.709 en el año 2000 a 39.172 en el 2006)
- Espaciamiento entre las consultas especializadas (entre 2 meses a 6 meses)
- Poca disponibilidad y alta demanda de equipos especiales (para angiografía, etc.)
- Baja ocupación de los médicos de familia
- Interminables colas en los “nuevos” policlínicos para ser atendidos
- Se suma, además, a las viejas prácticas del “regalito” para los médicos, la nueva práctica del cobro en cash para resolver, camas para hospitalización, una buena atención, traslados, etc.
- Indirecto:
- Diferencias sociales pues los cooperantes pueden poseer de autos, viviendas, teléfonos móviles, ropa, etc., vedada o no asequible a la mayoría de los cubanos
- Aparición de una nueva clase social los “cooperacionistas” de un elevado nivel adquisitivo
Hacer caso omiso a estas nuevas tendencias del sistema de salud cubano, y sus implicaciones en la sociedad, pareciera ser la estrategia del gobierno, quizás encandilados por los elogios de los gobiernos de los países donde se encuentran estas misiones médicas, o por los grandes dividendos económicos que están aportando estas personas con su esfuerzo personal en el “capitalismo deshumanizante”; lo que es cierto es que a los cubanos de a pie cada día se nos hace más difícil acceder a “la prestación de la asistencia médica y hospitalaria gratuita”, registrado de esta manera en la carta magna de la República.