Derrame de petróleo en el Golfo de México
Estados Unidos comienza a hablar de medidas para mejorar la administración de los océanos, pero no crea una regulación seria y se conforma con crear un consejo.
Estados Unidos comienza a hablar de medidas para mejorar la administración de los océanos, pero no crea una regulación seria y se conforma con crear un consejo.
Luego de haber detenido, momentáneamente, el derrame de petróleo en el Golfo de México, Estados Unidos puede respirar un segundo antes de comenzar la trágica labor de verificar cuántos ecosistemas fueron quebrantados ante una tragedia de proporciones, en la que British Petroleum fue protagonista, y donde el daño provocado parece ser incalculable por el momento.
Como imaginar las consecuencias de un derrame de esta envergadura, donde lo que pareció se contuvo de forma milagrosa – considerando el tamaño del problema – fácilmente puede significar años de estudios e investigación por los alcances que puede tener el derrame en el golfo. Aunque no se conocen cifras oficiales, los expertos han dicho que el daño es alarmante.
Resultados de la catástrofe
Algunos de los catastróficos alcances de semejante tragedia son, 2.200 aves muertas (procedentes de Louisiana), más 500 tortugas halladas sin vida (procedentes de Mississippi) y todo ello en un deplorable espectáculo de más de 950 kilómetros de costa completamente contaminados por el vertido de crudo en el Golfo. ¿Qué es lo peor qué podría suceder? Que todo lo ocurrido no sea una pesadilla, pues no sólo se quebrantó el equilibrio natural que reinaba en este lugar, sino también se puso en peligro el trabajo pesquero de la zona, donde la explotación del camarón y los cangrejos, no serán lo mismo definitivamente.
Uno de los riesgos del vertido de petróleo en el mar, es que el metano y petróleo que se encuentra sumergido contribuye a la disminución del oxigeno en el mar, lo que a su vez confluye en la aniquilación de la flora y fauna marina de la zona afectada ¿Acaso eso ya no es catastrófico sólo como posibilidad?
Harriet Perry, directora de investigación pesquera en la Universidad de Southern Mississippi, aclaró que la gran problemática involucrad no sólo es el problema que genera la contaminación evidente del petróleo, sino su participación a niveles aún más sensibles como lo son la cadena alimenticia de los animales que allí habitan. Como muestra de su preocupación, ha dicho que hasta la fecha se encontraron restos de petróleo en cangrejos jóvenes, los que forman parte de la cadena de otros animales y otros tipos de cangrejos, y por ende, aumenta el daño exponencialmente.
Aunque no existe un riesgo cierto de consumo humano de animales contaminados con el vertido de crudo en el mar, pues se ha clausurado cualquier tipo de explotación pesquera por el momento, la preocupación está centrada en lo que puede ocurrir si la contaminación alcanza efectivamente la cadena alimentaria de los animales, los resultados podrían ser catastróficos.
Un claro ejemplo de los alcances económicos y ecológicos de esta situación, está en que se ha cerrado el 35% de las aguas consideradas “federales” de Estados Unidos, así como el 55% de la zona de explotación pesquera (comercial) de agua salada de Louisiana.
El Gobierno comienza a tomar conciencia
Aunque el Gobierno este empeñado en calcular el daño provocado por la irresponsabilidad de BP y la misma empresa petrolera quiera enmendarlo pecuniariamente, la mala noticia es que aún así nada va a cambiar y seguirán los océanos corrompidos por una sustancia altamente tóxica, que no tiene cura, como si se tratara de un cáncer que se expande y no puede curarse de nuestra flora y fauna marina.
No importa cuántos animales muertos se hallen, o cuántos contaminados aún puedan salvarse, habrán muchos otros que por la importancia del desastre nunca podrán ser salvados o siquiera encontrados… la naturaleza ha sido afectada y Estados Unidos no podrá hacer nada ni con toda la indemnización del mundo. Raspar las playas es una tarea fácil, comparado con el trabajo que hay que hacer para rescatar los terrenos pantanosos de Louisiana, razón por la que hay un gran sector especializado que no sabe qué va a pasar ni cuáles serán los reales efectos de todo esto.
Aunque la visión es pesimista y la esperanza se oscurece como contaminada también por el espeso e indeseable vertido de petróleo en el mar, las opinión de algunos expertos sobreviene como una luz, que permite aducir las ciénagas contaminadas no morirán. Aunque los camarones y peces que estaban allí madurando estén muertos y los manglares negros gravemente dañados, los pantanos se salvarán, ha dicho un convencido Kerry St. Pe, director del Programa Nacional de Estuarios de Barataria-Terrebonne.
Aunque la catástrofe es grande, Samantha Joyce –Oceanógrafa de la Universidad de Georgia – señaló que los niveles de oxigeno en los lugares más cercanos a la contaminación son reducidos, producto del metano y los gases propios del petróleo, pero que no todo el Golfo se va a convertir en un pequeño mar negro.