No podemos tener éxito sin fracasar antes
Hablar de éxito y fracaso no es lo mismo que hablar de lo bueno y lo malo, pues son estas concepciones valóricas las que enturbian nuestro juicio frente el lado positivo del fracaso.
Hablar de éxito y fracaso no es lo mismo que hablar de lo bueno y lo malo, pues son estas concepciones valóricas las que enturbian nuestro juicio frente el lado positivo del fracaso.
En nuestro sitio Coyuntura Económica hemos publicado varios artículos relacionados con el éxito y el fracaso, y a raíz de ello también hemos tenido la oportunidad de hablar con algunos de nuestros lectores sobre el tema con resultados más que interesantes. Uno de los dilemas más grandes que se genera de leer este tipo de contenido es el de la connotación que tiene el fracaso desde una perspectiva valórica, es decir, saber si es bueno o malo, y eso tenemos que cambiarlo ¡ya!
No cabe duda que el ser humano en torno al ambiente en el que se desenvuelve, tiende siempre a calificar desde una visión “valórica”, es decir, las cosas son buenas o malas, positivas o negativas, pero no repara en implicancias supra valóricas ni casualistas, por ello equivoca su juicio muchas veces.
Cuando nos toca hablar del éxito y el fracaso, no tenemos que pensar que uno es bueno y el otro malo, pues podríamos encontrarnos con una perspectiva completamente diferente si re-enfocamos el asunto desde otro prisma. Un ejemplo de lo anterior puede ser el del trabajador que todos los días se esmera por hacer bien su trabajo, llega antes y se va después que el resto, pero que al no conseguir el ascenso que pensó merecía, vive frustrado de su mala suerte. ¿Podríamos decir que el trabajador fracasó en su trabajo? ¿Es reprochable su actitud derrotista después de no ser ascendido? ¿Podríamos justificar su frustración frente a la situación?
A lo anterior podemos contestar mucho, pero trataremos de acotarlo lo máximo posible. En el ejemplo anterior nos encontramos con un trabajador que, teniendo argumentos para postular a un ascenso, no lo consigue ¿Es esto un fracaso? Sí lo es, sin embargo, la no obtención del ascenso no lo hace fracasar en su trabajo, sólo le impidió conseguir la promoción anhelada ¿Es por ello ahora un mal trabajador o una mala persona? Ciertamente no.
Vimos también que este trabajador, producto de la frustración, adoptó una actitud derrotista ¿Es reprochable? Esta pregunta es tan subjetiva que nuestro juicio seguro cambiará si nos basamos en una variable temporal.
Si añadimos al ejemplo que el trabajador llevaba seis meses trabajando muchos dirán “no puede echarse a morir por tan poco”, mientras que si decimos trabajaba 20 años en el puesto, la mayoría se inclinará por decir “cualquiera se deprimiría en esa situación”. Desde mi perspectiva si actitud derrotista es reprochable, ya que lo que debía hacer era concentrarse en los aspectos que no consiguió desarrollar y le imposibilitaron conseguir el ascenso. Acto seguido, debió replantear su posición y trazar una estrategia al corto plazo para buscar una mejor posición.
Finalmente ¿Es justificable su frustración? No, no lo es. Si agregamos a la historia que el trabajador luego de este fracaso decidió aprender lo que le faltaba para conseguir el ascenso, renunció y buscó una nueva empresa consiguiendo en ésta un puesto de jefatura con un sueldo diez veces superior al anterior, seguro todos pensarán “el éxito estaba a la vuelta de la esquina, no tenía para que echarse a morir por tan poco”, pero ¿Qué pasa si el señor continuó 10 años más en el mismo puesto y terminó jubilándose de éste? ¿Estaría justificada su actitud? Nuevamente nuestro juicio variará en relación a los antecedentes que manejemos para cada historia.
Lo que tenemos que aprender es que los antecedentes de nuestra propia historia los hacemos nosotros, con prescindencia absoluta de las vicisitudes que nos toca encarar. Un triunfador jamás se deja llevar por los acontecimientos que le rodean, sino que los aprovecha para orientar su rumbo con mayor exactitud.
Una de nuestras lectoras decía que “el fracaso es bueno para determinarnos a nosotros mismos de que somos capaces, pero que no vale cuando nos afecta de forma negativa…”, agregó más adelante que “… hay personas que no son fuertes y no superan los fracasos, quedan con enfermedades…” después de lo que hemos expuesto ¿Aclaramos un poco más el punto?
El fracaso es lo que es, debemos verlo con prescindencia de connotaciones valóricas pues eso enturbia nuestro juicio dependiendo de las circunstancias de una u otra manera. No hay personas más o menos fuertes, sólo hay personas con mentalidad positiva y negativa. La idea de aprender de los fracasos pasa por un cambio en la forma de pensar y proyectar la vida, más que por ver los fracasos como algo bueno.
Si queremos ser personas de éxito, tenemos que prepararnos para fracasar muchas veces, pues es la única manera de llegar a cumplir nuestros deseos a través del aprendizaje y la sabiduría.